Phoenix [6]

Portada original de Phoenix, de Chuck PalahniukCUENTO
Phoenix
(EE.UU., 2013, 28 páginas)
Chuck Palahniuk
La editorial Byliner, especializada en libros digitales muy cortos escritos por autores prestigiosos (en ficción ha publicado a Margaret Atwood, James Ellroy, Sebastian Junger, Amy Tan, o a Nick Hornby), publicó a principios de año “Phoenix”, el último cuento del personalísimo Chuck Palahniuk. En él se ve perfectamente el humor y la mala leche del autor, pero resulta demasiado previsible y tiene un final forzado.
   Cuando Rachel está en Orlando por asuntos de trabajo, cada noche, desde su hotel, donde las bebidas del minibar cuestan una fortuna y el sonido de las pelis porno que ve el de la habitación de al lado se cuela en la suya, intenta hablar con su hija de tres años April; pero nunca lo logra porque parece que April se ha vuelto muda. Rachel, que no está en su mejor momento con su marido Ted (se casó con él no por amor, sino porque podría mandarle sin problemas), se obsesiona con que algo le haya podido pasar a la niña y Ted se lo esté ocultando.
   El cuento va saltando del presente, con la historia de Rachel que no puede hablar con su hija por teléfono, al pasado, con la historia de Belinda Carlisle, una gata que tenía Ted y que Rachel odiaba. A medida que avanzan las historias, vas descubriendo cómo es el matrimonio, hasta que llega una revelación final que resulta ser un giro inesperado.
   En la parte del hotel, es desternillante la obsesión de Raquel con el presunto accidente de su hija (es demencial la conversación que mantiene con la vecina), las pelis porno de la habitación de al lado, o lo mucho que le gusta el canal de teletienda porque según ella no tiene anuncios.
   La parte de la gata me recordaba a un recurso que Palahniuk utilizaba mucho en “El club de la lucha”: comienza con una situación muy rara (en este caso, una casa quemada), y poco a poco va desvelando qué pasó. En esta historia hay momentos en los que te partes de risa (todo lo de la bolsa de comida de Belinda Carlisle es divertidísimo; o cómo se quemó la casa).
   Pero a mitad del cuento ya sabes qué ocurrió y cómo es el matrimonio, lo que le quita efectividad al final. Además, el desmoronamiento de Rachel es forzado y la respuesta de Ted está pillada por los pelos, porque es imposible que esperara esa reacción de su mujer.
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