PROYECTO NOVELA. 27- EL SUBTEXTO (I)

He aquí el gran secreto: la mejor manera de
aprender a escribir una novela es… escribir una.
Logotipo de NaNoWriMo   Esto, que
parece una perogrullada, lo ignoran muchísimos aspirantes a escritor que no
hacen más que posponer y posponer el momento de ponerse a escribir. Que si
tienen que dominar la gramática, o leerse todo el Siglo de Oro, o pulir su
prosa hasta que brille. Todo eso está muy bien, pero no pone palabras en el
papel para contar historias, que es lo que realmente hacen los escritores de
ficción.
   Así que,
¡basta de excusas!
   En
noviembre se celebra el National Novel Writing Month (NaNoWriMo), un evento
que reta a los participantes a escribir una novela de 50.000 palabras en ese
mes. Te registras en su página web (tienes la opción de ponerla en español) y
vas añadiendo palabras en el contador. Cuando acabas, subes la novela y
NaNoWriMo comprueba que es cierto, pone tu nombre en la página de ganadores y
te da un certificado y una insignia para que cuelgues en tu blog. Y tú tienes
la satisfacción de haber escrito una novela. Pero incluso si no la acabas, lo
habrás intentando y estoy convencido de que habrás dado un salto cuantitativo
en tu carrera de escritor.
   Tienes que
escribir más de 1.600 palabras al día, es decir, cinco páginas y media. Eso es
muchísimo. No vas a tener mucho tiempo ni para documentarte (tira de internet
para sacar lo más básico, y no te preocupes por el resto), ni para pensar si la
gramática está correcta, o si las descripciones te han quedado bonitas o la
prosa poética-altisonante.
   Sólo vas a
tener tiempo para mover la historia hacia delante y lograr que el conjunto
tenga algo de coherencia. No te tomes la novela como un fin (“Mi obra
maestra”), sino como un medio para practicar el arte de escribir ficción.
   Olvídate
del perfeccionismo, deja que tu imaginación campe a sus anchas, y utiliza mucho
la intuición. Si llegas a un callejón sin salida, cambia de escena y ya verás
cómo las enlazas. O pones un flashback de la infancia del protagonista. O haces
la técnica de Raymond Chandler, que cada vez que se quedaba trabado, arrojaba a
un tipo con una pistola y ya tenía historia que contar.
   Tienes
octubre para pensar en la novela que quieres escribir. Documéntate, saca la
escaleta, haz fichas de personajes, dale vueltas a las ideas y la trama, pero
no escribas una sola palabra. Escribir lo haces del 1 al 30 de noviembre.
   ¿Alguien
se atreve con el reto de la NaNoWriMo?
LO QUE HAY POR DEBAJO DE LAS HISTORIAS
Muchas historias ocultan debajo de la superficie lo
que realmente el autor quiere contar, ocultan de qué va realmente esa historia.
Eso que hay por debajo es el subtexto.
   El
subtexto la mayoría de las veces es bastante más sutil que un mensaje, una crítica,
o una moraleja que quiera imponer el autor. Curiosamente, los críticos y los
académicos sólo reconocen ese tipo de subtexto, y valoran la obra
basándose únicamente en eso; y si hace falta, fuerzan un subtexto para
justificar su crítica. A mí esto último me parece jugar a “¿Qué forma tienen las
nubes?”. Si te pones, y con mucha imaginación, siempre vas a encontrar formas.
   Lo que no
saben los críticos y académicos (aparte de cómo se cuentan las historias) es
que la mayoría de las veces, el subtexto no se ve, y que hay obras excelentes
que no tienen ninguno. Veamos algunos ejemplos.
George Orwell
George Orwell

Con “1984”,
George Orwell logró una proeza admirable: que gente que desprecia la ciencia
ficción por el simple hecho de ser ciencia ficción, se lea esta novela y piense
que es una obra maestra. (Después siguen despreciando la ciencia ficción el
resto de su vida, y sólo los muy osados se atreven con “Fahrenheit 451”, de Ray
Bradbury, y “Un mundo feliz”, de Aldous Huxley; unos libros que también tienen
un subtexto muy patente.)

   Orwell lo logró
gracias a una crítica clarísima a los riesgos de un gobierno con demasiado
poder sobre la intimidad de las personas y la información. Este mensaje es el
que ha hecho que la novela pase a la historia, y que cantidad de demagogos, que
van desde la extrema derecha a la extrema izquierda, la utilicen como ejemplo
cada vez que los gobiernos intentan crear nuevas leyes.
   También,
gracias a ese mensaje, “1984” está considerada una novela que lee la gente
inteligente (en esa terrible categoría de “novelas para inteligentes” está la
sumamente anodina “El guardián entre el centeno”, de J. D. Salinger; una novela
que si no se hubiera creado una imagen esnob, haría tiempo que habría
desaparecido del panorama literario). Para mí la gente inteligente es la que se
lee las novelas que le apetece, no las que se supone que tiene que leer para parecer
inteligente.
   Entonces,
viendo el caso de “1984”… ¡qué fácil es hacer una obra maestra! Y yo diciendo
que escribir ficción supone mucho esfuerzo. Orwell, vete haciéndome hueco a tu
lado en el Panteón de los Grandes Genios de la Literatura, que estoy a punto de
escribir una obra maestra.
   Lo mío va
a ser un microrrelato, porque… ¿para qué escornarse con una novela en la época del
Twitter?
   Ahí va:
   “2084”, de
Carlos del Río.
Trata sobre los riesgos de un gobierno con
demasiado poder sobre la intimidad de las personas y la información.
   Toma ya,
una obra maestra en sólo 111 caracteres.
   “1984” es
una obra maestra porque Orwell creó un mundo muy realista, con un personaje que
te importaba mucho, en una historia muy agobiante en la que te metías por completo.
Y en ese contexto, estaba integrada la crítica a los gobiernos totalitarios.
Pero sin los tres primeros puntos, “1984” valdría lo mismo que mi “2084”.
   Orwell
tiene otro clásico, “Rebelión en la granja”, que también tiene un mensaje
clarísimo: es una crítica a la URSS de Stalin. A mi “Rebelión” me parece
bastante más floja que “1984” porque la historia es mucho más endeble y no hay
personajes que te importen; y la única gracia que le veo es identificar a quién
representan los animales y las acciones. Pero a ver quién es el guapo que dice
que “Rebelión en la granja” no es una obra maestra, con ese mensaje que tiene.
   El riesgo
de dar un mensaje es que el mensaje tape la historia y eso que escribes pase de
ser una novela a un panfleto; y todo, desde el comportamiento de los personajes
hasta los giros de la trama, estén forzados para acomodar el mensaje. El riesgo
es caer en el didacticismo, y tú, el autor, creyéndote en posesión de la
verdad, vayas pontificando al lector, diciéndole qué es lo correcto y qué es lo
erróneo. Este planteamiento de la ficción, que yo odio, no convierte al no
convertido y cabrea al que no comparte ese mensaje.
   Por lo
tanto, si vas a meter un mensaje, o criticar algo o dar una moraleja, asegúrate
de que primero creas una historia y unos personajes interesantes por sí mismos.
Y por supuesto, ese mensaje que mandas, tiene que ser algo que realmente te
importe mucho, no una moda que sigues para apuntarte tantos.
SIN SUBTEXTO
Hay obras que no tienen nada por debajo, y son
excelentes. “The Invalid’s Story”, un cuento de Mark Twain, es simplemente la
historia de una confusión en un viaje en tren (la confusión se da entre un
queso apestoso, un cadáver y una caja llena de armas), y es genial por cómo Twain
adelanta información al lector que desconocen los personajes, y cómo va
complicando las cosas para que cada vez todo sea más gracioso. Es uno de los
cuentos más divertidos que me he leído en toda mi vida. Pero no hay subtexto que
valga.

Mark Twain
Mark Twain
   El único
subtexto de “Alien”, de Ridley Scott, (cuidado, que la destripo en este
párrafo) es la crítica a las corporaciones, y eso no la convierte en una obra
maestra. Además, ese giro funciona no por la crítica, sino porque cuando todo
va muy mal, eso lo complica aún más. Es el factor “¡Lo que faltaba!”. La gente
a la que le gusta ver formas en las nubes puede interpretar “Alien” de dos
maneras opuestas: como una película feminista, porque sólo Ripley se salva, lo
que demuestra la superioridad de las mujeres; o como una película
anti-feminista, porque Ripley se salva al mostrar cualidades masculinas,
mientras que el personaje de Veronica Cartwright, que es femenina (es una
llorica), muere. A mi esto me parece demencial. Ripley, que tiene una
personalidad muy parecida a la del personaje
de Tom Skerritt, se salva de potra, porque el alien está encajonado y no le
puede saltar a la chepa, pero no por cualidades intrínsecas del personaje, y
mucho menos de su género.
   Existe
otro tipo de subtexto, mucho más sutil e interesante que los mensajes, que son
los temas (themes en inglés). Los veremos con detenimiento en el
siguiente artículo, pero aquí van dos ejemplos para abrir boca.
   A “El
señor de las moscas”, de William Golding, que tiene un subtexto interesantísimo
(la formación, muy inquietante, de una nueva sociedad que revela cómo son
realmente las personas), le ha pasado lo contrario que a “1984”: nadie lo ve y
todo el mundo se piensa que es una novela de aventuritas para chavales. “El
señor de las moscas” no es para niños, y los padres que se la endilgan a sus
hijos no estaría mal que se la leyeran, o que al menos supieran que los
chavales protagonistas se matan los unos a los otros. Toma aventuritas inocuas.
   A “El principito”, de Antoine de Saint-Exupéry, le ha pasado algo parecido. Está
considerada una novela infantil (yo creo que porque tiene dibujos y es muy
corta) y no lo es en absoluto. La grandeza de esta novela está en que a través
del viaje que hace el principito, y de su relación con el aviador, los
personajes descubren qué cosas son las realmente importantes en la vida, las
que hacen que merezca la pena vivir, y cómo muchas veces las dejamos de lado y
nos obsesionamos con otras mucho menos importantes. Si no pillas esto, y un
niño no lo va a hacer, “El principito” no vale nada.
Recomendaciones:
   –Escritores.org.
No hago más que quejarme de que apenas hay contenidos en español para los
aspirantes a escritor. Bueno, pues en esta página tienes muchísimos. Hay
noticias, enlaces a blogs de escritores, una bibliografía muy extensa de libros
de escritura, y explica qué caminos puedes seguir para publicar y ofrece cursos
y servicios de corrección de textos.
-“Novel
Writing
”. Es un número especial del “Writers’s Digests” de 2009, que puedes
comprar en pdf en su página web. Son una serie de artículos que repasan varios
aspectos a tener en cuenta a la hora de escribir una novela y da muchos
consejos prácticos. Nancy Kress, que siempre que escribe sobre ficción es
genial, tiene dos artículos, y Donald Maass, un agente literario que representa
a Jim Butcher y Anne Perry, tiene un artículo excelente sobre qué tienen los
escritores que hacen carrera.Siguiente artículo: 28- El subtexto (II)
Anterior artículo: 26- Otras estructuras (II)

6 comentarios
  1. Ana
    Ana Dice:

    Hombre, ¡por fin encuentro a alguien que no me iba a mirar raro si le dijera que "El guardián entre el centeno" me parece un libro exageradamente sobrevalorado y que no me gustó nada! 🙂

    Responder
  2. admin
    admin Dice:

    Seguro que tú fuiste más lista que yo y sólo te lo leíste una vez. Me lo leí con 20 años en español y no hacía más que preguntarme cuándo iba a pasar algo interesante.
    Con 27 años, cuando ya sabía inglés, me lo leí en inglés, porque por lo visto la gracia estaba en la voz del protagonista. No hacía más que preguntarme cuándo iba a pasar algo interesante.
    Y ahora, cada vez que pienso en esa novela, no hago más que preguntarme por qué está considerada un clásico.
    Eso sí, Salinger tiene unos cuentos aluciantes.

    Responder
  3. Ana
    Ana Dice:

    Yo me lo leí con 21 o 22 y pensé que debía de ser muy poco culta, porque me parecía un pestiño. Pero nunca he sentido ganas de volver a leérmelo siendo mayor ^_^

    Responder
  4. Sina
    Sina Dice:

    No desprecio la ciencia ficción, aunque no suelo leerla, "Un mundo Feliz" me encanto y ahora con tu explicación del subtexto que me ha parecido ilustrativo, me leere "1984" y por supuesto tu novela…

    Responder
  5. admin
    admin Dice:

    Espero que te guste. El problema de dividir los libros en géneros es que algunos está menosprecioados y otros sobrevalorados. Y no son los géneros los que dan calidad, sino los libros en sí.

    Responder

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