PROYECTO NOVELA. 36- LOS PENSAMIENTOS

Portada americana de Cómo ganar amigos e influir sobre las personas, de Dale CarnagieHe leído un libro magnífico, que recomiendo a todo el mundo, sobre las relaciones interpersonales: “Cómo ganar amigos e influir sobre las personas” (“How to Win Friends and Influence People”), de Dale Carnegie. El libro es un clásico que lleva más de 75 años en circulación y nunca ha quedado descatalogado. La clave de su éxito es que expone, de la forma más sencilla posible, los principios de la inteligencia emocional; lo curioso es que Carnegie lo escribió décadas antes de que los psicólogos se pusieran a estudiar las relaciones interpersonales sanas y formularan los conceptos de la inteligencia emocional.
   En un capítulo Carnegie habla de la importancia de dar alabanzas sinceras, por pequeñas que sean, a las personas para influir en su comportamiento de forma positiva. Allí aparecen dos historias, de dos chicos londinenses, que gracias a las alabanzas que recibieron dejaron una huella enorme en la historia de la literatura.
   El primer chico nació a principios del XIX. Siempre quiso ser escritor, pero tenía todo en su contra: sólo fue a la escuela durante cuatros años, su padre acabó en la cárcel por no pagar deudas, y el chico se moría de hambre. El chico logró un trabajo pegando etiquetas en botes de betún en un almacén infestado de ratas y por las noches compartía un ático con dos pilluelos de los suburbios de Londres. El chico comenzó a mandar por correo, de noche y a escondidas, cuentos a periódicos y revistas londinenses, y uno tras otro fueron rechazados. Pero un día un editor lo alabó y publicó uno de sus cuentos. Esa alabanza, y ver su cuento impreso, cambió su vida.
   Ese chico era Charles Dickens.
   El otro chico nació a mediados del XIX. Éste trabajaba como dependiente en una tienda de artículos para caballeros. Se tenía que levantar a las 5 de la mañana y trabajaba esclavizado durante 14 horas. Después de dos años ya no pudo más, y un día fue a visitar a su madre, caminando casi 25 kilómetros, para rogarle que lo sacara de allí. La madre no le hizo caso. El chico, desesperado, escribió una larga carta a su antiguo maestro de escuela, diciendo que ya no quería seguir viviendo. El maestro respondió alabándolo, diciendo que era muy inteligente y capaz de cosas mejores en la vida, y le ofreció un puesto de profesor. Esa alabanza, que demostró que valía mucho, cambió la vida del chico.
   Ese chico era H. G. Wells.
   ¿Quién sabe? Igual dentro de 150 años un bloguero cuenta la historia de un chico que se moría por escribir novelas y cuentos, pero no se atrevía. Un día ese chico descubrió un blog que explicaba lo básico para escribir ficción y decidió intentarlo. Poco a poco fue ganando confianza en sí mismo, y a pesar de que sus familiares y amigos no entendían su pasión y le presionaban para que se buscara un trabajo “de verdad”, él estaba resuelto a seguir adelante. Cuando acabó su primera novela la mandó a varias editoriales, pero se la rechazaron. El chico se estaba desanimando, y cuando estaba pensando seriamente en tirar la toalla y hacer caso a sus familiares y amigos, un editor le alabó su talento como escritor y decidió publicarle la novela. Y gracias a la alabanza del editor, ese chico dejó una huella enorme en la historia de la literatura.
   Ese chico puede que seas tú.

 

LOS PENSAMIENTOS: FORMA INDIRECTA
Este artículo va a ser un poco mecánico, pero es necesario que explique estas cosas. La buena noticia es que con esto ya damos carpetazo a las complicaciones de la tercera persona.
   La última complicación de la tercera persona es cómo escribes los pensamientos. Como vimos en el artículo anterior, cuando te metes en la cabeza de un personaje, puedes escribir párrafos o frases con la voz de ese personaje, sin indicar que esas palabras son pensamientos. En este caso, el pensamiento iría en tercera persona, en pasado, y sin atribuir. Vamos a recuperar un ejemplo de hace dos artículos, el de la pobre Berta, que sufría trabajando de camarera:
(…) Berta oyó que abrían la puerta. Entornó los ojos y se mordió el labio. El espectáculo estaba a punto de empezar.
   Era un hombre trajeado. Berta apretó los dientes. Esos eran los peores, que parecían formales y después la liaban parda. El hombre se quedó quieto en la entrada, mirando el bar sonriente. Dios, dame paciencia, pensó Berta; y se puso a frotar los vasos con tanta fuerza que chirriaban.
En ese ejemplo, “Esos eran los peores, que parecían formales y después la liaban parda” es un pensamiento de Berta, y ese “la liaban parda” es una expresión de Berta. Para que funcione este tipo de pensamientos, tiene que estar claro que estás dentro de la mente de un personaje. El ejemplo de arriba funciona porque llevamos unas frases desde el punto de vista de Berta, y justo antes de ese pensamiento, Berta aprieta los dientes.
   Otra forma de escribir pensamientos es escribirlos en tercera persona en pasado, indicando que es un pensamiento a mitad o al final:
Berta apretó los dientes. Esos eran los peores, pensó Berta, que parecían formales y después la liaban parda.
Berta apretó los dientes. Esos eran los peores, que parecían formales y después la liaban parda, pensó Berta.
También puedes poner la atribución al principio, añadir un “que”, y escribir el pensamiento en tercera persona y en pasado:
Berta apretó los dientes y pensó que esos eran los peores, que parecían formales y después la liaban parda.
Lógicamente, donde digo “pensó” puedes escribir cualquier sinónimo de pensar que se te ocurra.
LOS PENSAMIENTOS: FORMA DIRECTA
Hasta aquí hemos visto la forma indirecta de mostrar los pensamientos, pero también puedes escribir las palabras textuales de lo que piensa un personaje, que es la forma directa. Aquí también existen varias maneras de hacerlo. Una alternativa es escribir los pensamientos en primera persona, en presente y atribuirlo a mitad o al final:
Berta apretó los dientes. Estos son los peores, pensó Berta, que parecen formales y después la lían parda.
Berta apretó los dientes. Estos son los peores, que parecen formales y después la lían parda, pensó Berta
También puedes escribir los pensamientos en cursiva, en primera persona y en presente, y atribuir a mitad o al final sin cursiva. De esta manera, destaca más que es un pensamiento que de la anterior forma:
Berta apretó los dientes. Estos son los peores, pensó Berta, que parecen formales y después la lían parda.
Por si se te había escapado, en el texto original aparecía este ejemplo:
El hombre se quedó quieto en la entrada, mirando el bar sonriente. Dios, dame paciencia, pensó Berta; y se puso a frotar los vasos con tanta fuerza que chirriaban.
Otra manera que hay de escribir pensamientos es como la anterior, en primera persona, en presente, y en cursiva, pero sin poner el “pensó”:
Berta apretó los dientes. Estos son los peores, que parecen formales y después la lían parda.
Y la última manera, de la que hay dos variaciones, es poner la atribución al principio, escribir dos puntos (:) o una coma (,) y poner el pensamiento, empezando con mayúscula, en cursiva, en presente y en primera persona:
Berta apretó los dientes y pensó: Estos son los peores, que parecen formales y después la lían parda.
Berta apretó los dientes y pensó, Estos son los peores, que parecen formales y después la lían parda.
En español lo más normal es poner dos puntos, pero la coma también es correcta (y a mí me parece que hace que la lectura fluya mejor).
   También en español, las comillas (“) y la cursiva generalmente son intercambiables; y así uno de los ejemplos de arriba quedaría (el que no lleva atribución):
Berta apretó los dientes. “Estos son los peores, que parecen formales y después la lían parda”.
El punto que cierra el pensamiento siempre va fuera de las comillas. Si dentro del pensamiento hay una exclamación (!), una interrogación (?), o puntos suspensivos (…), estos van dentro del entrecomillado, y después, fuera, el punto (.).
“¡Estos son los peores, que parecen formales y después la lían parda!”.
“¿Estos son los peores?”.
“Estos son los peores, que parecen formales y después la lían parda…”.
Y si quieres meter una atribución al final, en vez de punto pones una coma, y el “pensó”:
“¡Estos son los peores, que parecen formales y después la lían parda!”, pensó Berta.
Y si lo que quieres es poner la atribución a mitad del pensamiento, utilizas guiones (-). Los muy puristas te dirán que tienes que utilizar una raya ( ̶ ), que es un guión más largo, pero sinceramente, a mí me parece que no tiene importancia; y si la tiene, que te lo corrijan los editores cuando vayan a imprimir la novela.
   El ejemplo de arriba con atribución a mitad quedaría así:
“¡Estos son los peores –pensó Berta-, que parecen formales y después la lían parda!”.
Lo importante aquí es recordar que los guiones van pegados a las palabras de la atribución (no hay espacios que las separen de los guiones), y que el signo de puntuación va fuera de los guiones, justo seguido del último guión (en este caso, una coma).
   Dicho esto, yo utilizo las comillas para diálogos que van dentro de párrafos y la cursiva para pensamientos. Las dos formas son correctas, pero me parece que tienes que decidir para qué vas a utilizar cada una y ser consistente con su uso. En mi caso, los lectores sabrán que cuando abro comillas dentro de un párrafo es un diálogo, y si pongo cursiva será un pensamiento (no lo sabrán de forma consciente, pero sí pillarán esa dinámica).
   Y después de ver todas las formas de escribir pensamientos cuando estás en la tercera persona, ¿cuál es la correcta? Pues la que mejor le convenga a la historia. Muchas veces dará igual, o de forma inconsciente escribes una que por ritmo va bien; pero mira estos ejemplos y dime cuál es mejor:
Laura vio que el secuestrador sacaba un cuchillo de monte y pensó que la iba a matar. Laura comenzó a llorar.
Laura vio que el secuestrador sacaba un cuchillo de monte.
Me va a matar.
Laura comenzó a llorar.
El siguiente artículo iba a tratar de la descripción, pero circunstancias propias y bajo mi absoluto control hacen que la descripción tenga que esperar un poco. Si no me crees, mira cuál será el siguiente artículo.

 

Recomendaciones:Portada de How to Write Page-Turning Scenes, de Holly Lisle
   -“How to Write Page-Turning Scenes”, de Holly Lisle. Otro excelente libro de Holly Lisle para escritores. Lleva el subtítulo de “Un curso paso a paso para mantener a los lectores despiertos mucho después de la hora de acostarse”, y es verdad. Lisle analiza una serie de diferentes escenas, qué elementos las componen, y cuál es la forma más efectiva para hacer que los lectores sigan leyendo y leyendo (me parece que si eres escritor, es mucho más importante lograr eso que escribir frases de 700 palabras y palabras de 20 letras). Está lleno de ejercicios, para que asimiles la información, y contiene una digresión muy interesante sobre la vida del escritor y la importancia de amar el género en el que escribes. Lo puedes comprar en Amazon, en Barnes & Noble y en su tienda.

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   –E-Reads. E-Reads es la editorial independiente especializada en el libro digital más longeva del mundo: lleva desde 1999. Su dueño es Richard Curtis, que además es el agente literario de Dan Simmons. E-Reads destaca por rescatar libros que llevaban decenios descatalogados y volverlos a poner a la venta, y aunque su fuerte es el libro digital, también puedes comprar libros en papel. Lo que más me gusta de esta página, aparte de lo bien que Curtis promociona a sus autores (a ver si aprenden unas cuanta editoriales), es que Curtis, que tiene muchísima experiencia como agente y como editor (incluso escribió alguna novela, como la novelización de “Halloween”), va dando pistas en sus artículos de cómo será el mercado digital definitivo.   Consigue «Cómo ganar amigos e influir sobre las personas”, de Dale Carnegie, en Amazon.es o en Iberlibro.com

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4 comentarios
  1. Ana
    Ana Dice:

    Muy interesante, me encantan estas herramientillas del lenguaje. A veces algo puede sonar de una manera en tu cabeza, pero si luego al pasarlo al papel no lo expresas correctamente corres el riesgo de que el lector interprete algo completamente distinto a lo que querías decir.

    No recuerdo si has escrito ya algún artículo sobre esto mismo en los diálogos, cuándo poner comillas, cuándo los guiones, cómo meter una descripción en medio de un diálogo… Repasaré tus archivos, a ver 😉

    Y oye, ¿en serio vas a hacernos esperar un mes por el siguiente artículo? ¿Por ESE artículo? Ya te vale ^_^

    Un saludo,
    Ana

    Responder
  2. admin
    admin Dice:

    Claro, es que una de las cosas por las que es fundamental aprender técnicas de escritura es para que sepas utilizar estos truquillos y así, de forma muy sutil y honrada, juegas con los sentimientos de los lectores.
    Cuando oigo a gente decir que escribir ficción es todo pasión y nada de técnica… ¡me cabreo!
    Todavía no he escrito nada del diálogo, pero por supuesto que tendrá su artículo (o artículos) propio.
    Y sí, para el siguiente artículo hay que esperar un mes, porque la novela todavía no está acabada. Ya sólo me queda pulir frases y corregir erratas, y se acabó.

    Responder

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