PROYECTO NOVELA. 38- LA DESCRIPCIÓN
Tengo malas noticias: ninguna ricachona con yate y mansión tropical ha venido a rescatarme, así que no me queda más remedio que hacer lo que hacen los escritores para ganarse la vida…
-¿El qué? ¿Hacerse profesor universitario y escribir truños infumables, llamarlos arte, y obligar a sus alumnos a que se los compren?
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Mi Kindle |
No tenía pensado eso; yo me refería a vender libros a gente que libremente quiere comprarlos. Mientras muevo “El peso del pasado” (no, «La muerte es solo el principio»; explicación del cambio aquí) por editoriales, voy a autopublicar una colección de cuentos. La venderé en Amazon, y mi objetivo es poder ofrecer la edición digital (su Kindle) y la edición en papel. Y si funciona, no descarto venderla en más plataformas en el futuro.
Quiero que sea Amazon porque es con diferencia la mejor tienda para vender libros digitales, la que tiene una clientela más fiel, y la que mejor aguanta la piratería. Si tienes un lector electrónico Kindle no vas a tener ningún problema, pero incluso si no lo tienes, en el aparato electrónico donde estés leyendo mi rincón ahora mismo (ordenador, tableta, smartphone…) podrás leer mis cuentos, simplemente descargándote la aplicación de Kindle, que es gratuita. Y quiero ofrecer una edición en papel para aquellos a los que les gustan los libros de toda la vida (entre los que me encuentro), y con Amazon espero llegar al mayor número posible de países.
Ahora mismo, y antes de meterme con mi siguiente novela, estoy trabajando en la colección. Estoy rescatando cuentos que escribí antes de “El peso del pasado” (no, «La muerte es solo el principio») y escribiendo nuevos. Los viejos los reviso, y en varias ocasiones los reescribo completamente, para poder ofrecer la mayor calidad posible. Tienen en común que son ficción general, es decir, que tratan de gente normal aquí y ahora, y no tienen elementos fantasiosos. Aparte de que a mí también me gusta este tipo de literatura, he decidido que sea así porque tengo la impresión de que a varios de mis seguidores no les gusta lo paranormal, y por mucho que disfruten con mi rincón no les va a gustar “El peso del pasado” (no, «La muerte es solo el principio»), donde aparecen monstruitos en seguida. Así que para esas personas que tienen curiosidad por ver cómo escribo, pero sólo les gusta la ficción general, aquí tienen una colección de cuentos.
Para añadir más valor a la colección he decidido añadir un comentario a cada cuento. Cuando comencé a comprarme dvds hace diez años, lo que más me fascinaba eran los audiocomentarios, donde los directores explicaban cómo había hecho las películas. Mis comentarios van a seguir ese espíritu y voy a explicar cómo fue el proceso de escritura de cada cuento y qué aprendí al hacerlo, y con ellos podréis ver en la práctica la teoría que explico en estos artículos.
Todavía no tengo fecha, pero supongo que la colección esté lista para el otoño.
Ya podéis respirar tranquilos, que se acabó el autobombo.
LA DESCRIPCIÓN: ESTAR ALLÍ
Reconozco que tardé un poco en encontrar el punto a esto de la descripción. Mis dos grandes problemas eran que yo venía del audiovisual y estaba muy influenciado por el cine, y que tenía la noción errónea de que para transportar al lector al mundo del papel debía describir hasta el más mínimo detalle.
Ahora me doy cuenta de que lo que tienes que conseguir es que con unos detalles, lograr que el lector esté allí, que con su imaginación sea capaz de pintar un cuadro del que tú simplemente le has dado unas pinceladas.
Para que sepas describir bien, hay que tener en cuenta dos puntos:
1- Tú tienes que ver y sentir lo que estás escribiendo, de lo contrario es imposible que puedas transmitir nada al lector, y entonces eliges qué detalles vas a poner en el papel. Esto lo aprendí de Stephen King, que lo explicaba en su “Mientras escribo” (“On Writing”), y es uno de los mejores consejos que me han dado nunca.
Cuando comencé a escribir, antes de poner nada en el papel, visualizaba qué acciones iban a pasar en la escena y qué sentimientos tenía el personaje que era el punto de vista. Gracias a la práctica, cada vez me era más fácil visualizar las escenas, y cuando llevaba dos años escribiendo regularmente (ya tenía escrita la mitad de la primera versión de mi novela), descubrí que era capaz de escribir y visualizar al mismo tiempo, y así, mientras escribía, en mi mente se desarrollaba la escena. Ahora es una de las cosas que más me gustan de escribir: es como cuando estás leyendo una novela y te metes en ella, pero el sentimiento es mucho más intenso.
2- La literatura no es cine, lo que significa que lo que tú visualizas no va a coincidir con lo que visualicen tus lectores, pero van a obtener una imagen similar y una emoción similar. No te obsesiones en dar detalle tras detalle para crear una imagen muy específica, porque cada lector va a tener una imagen diferente en su mente.
El mejor ejemplo que se me ocurre es cuando quedas con un amigo que no hace más que contarte anécdotas de su oficina. El hombre tiene mucha gracia, y tú ya te has hecho una imagen de cómo es la oficina y sus compañeros. Pero un día vas a visitarlo al trabajo, y la oficina real y los compañeros no son como te los imaginabas, pero da igual. Y curiosamente, a partir de entonces, cada vez que te cuente anécdotas de su oficina, tu imagen mental va ser distinta.
Para el lector tú eres el amigo que cuenta anécdotas de su oficina.
En cada escena no hace falta que des detalles de todos los objetos que están allí, ni que comiences las escenas con una descripción física del lugar y de los personajes. La mayoría de las veces el lector se va a crear una imagen con muy pocos detalles, y esos detalles los puedes ir ampliando a medida que avanza la novela.
En “It”, de Stephen King, hasta que no está muy avanzada la novela el autor no indica que uno de los personajes, Mike, es negro. Y en “Blockade Billy”, que es una conversación que mantiene un anciano con King, no hay ninguna indicación de dónde se desarrolla esa charla. Y no es que a Stephen King se le olvidara describir cosas; en el primer caso se amplía información de un personaje y en el segundo no hace falta saber dónde están para meterte en la historia.
Hay una cita muy famosa de Antón Chéjov en una carta a su hermano de 1886, que explica a la perfección qué tienes que lograr con los detalles y la descripción:
“‘Golondrinas, revoloteando sobre la superficie del agua, piaban alegremente’; elimina esos lugares comunes. Tienes que elegir pequeños detalles para describir la naturaleza, agrupándolos de tal modo que si cierras los ojos después de leerlo puedas crearte una imagen del conjunto. Por ejemplo, obtienes una imagen de una noche iluminada por la luna si escribes que en la presa del molino un pedazo de cristal de una botella rota brillaba como una estrella, y la negra sombra de un perro o un lobo pasaba rodando como una bola.”
QUÉ DETALLES ELEGIR
Algo que me ayudó mucho a la hora de describir es que para transportar al lector a la escena puedes utilizar los cinco sentidos. Así, además de describir lo que el personaje ve y oye, que son los sentidos que más frecuentemente utilizarás, puedes indicar qué huele, qué sabor tiene en la boca, y qué siente cuando entra en contacto con algo. Aquí pasa como con los pensamientos, que cuando está claro que esas sensaciones son de un personaje, no hace falta que pongas el verbo que indica la sensación.
Existen otros elementos que puedes describir, y lo puedes describir desde el punto de vista de un narrador o de un personaje:
1- El tiempo: si llueve, hace sol, hay viento…
2- En qué época del día se desarrolla: si es de día o de noche, si amanece o anochece…
3- Cómo es un lugar geográficamente: puede ser una parte de una ciudad o el cuarto donde se desarrolla una escena. Aquí puedes hacer panorámicas o describir planos generales.
4- Cómo es físicamente una persona, un animal, o un ser animado (esto último para fantasía y ciencia ficción), incluida qué ropa y complementos lleva.
5- Movimiento de personajes y objetos: si un coche va deprisa o despacio, si un personaje pasea o huye corriendo, si lanza un puñetazo, si acaricia…
6- Aspectos psicológicos de un personaje: si es tímido, parlanchín, extrovertido…
7- Estado de animo de un personaje: si está feliz, triste, calmado, nervioso…
7- Estado de animo de un personaje: si está feliz, triste, calmado, nervioso…
8- Reacciones externas de un personaje: si suda, sonríe, llora, frunce el ceño, se le pone la piel de gallina…
9- Reacciones internas de un personaje: si se le dispara el corazón, se le encoge el estómago, tiene una corazonada, siente un escalofrío, se vuelve de piedra…
10- Cualidades de la voz de un personaje: si tiene acento extranjero, si habla deprisa, alto, bajo, con tono grave o agudo…
Para seleccionar detalles, ayuda mucho pensar qué es el personaje punto de vista, porque, por ejemplo, un capitán no se va a fijar en el timón de su barco, pero un turista sí, porque a las personas nos llama la atención lo que es una novedad. La mejor manera de desarrollar esta técnica es practicar. Así que ahí va un ejercicio.
Describe un atraco desde el punto de vista del atracador. No escribas pensamientos.
Y ahora describe ese mismo atraco desde el punto de vista del atracado. No escribas pensamientos.
También es útil para elegir los detalles qué estado de ánimo o atmósfera quiere crear. Así que aquí va otro ejercicio.
Describe el recorrido que hace un padre por el pasillo de un hospital hasta llegar a la sala de maternidad donde le espera su hijo recién nacido. El hijo es deseado. No escribas pensamientos (sugerencia: igual se fija en que la gente sonríe y que hay dibujos infantiles pegados en las paredes).
Ahora describe el recorrido que hace ese padre por un pasillo del mismo hospital hasta llegar a la salida; al padre le acaban de decir que su mujer ha muerto en el parto. Amaba a su mujer. No escribas pensamientos (sugerencia: igual se fija en que el pasillo está desierto y que sus pisadas suenan demasiado fuertes por el eco que provocan las paredes).
METÁFORAS Y LUGARES COMUNES
Existen dos formas de describir que puedes mezclar:
1- Narras: dices simplemente lo que pasa:
La muchacha era tímida.
2- Muestras: te detienes a mostrar algo para que el lector saque conclusiones:
Cada vez que la miraban, la muchacha se sonrojaba y bajaba la mirada.

Y para describir puede utilizar dos técnicas: la directa, y las figuras retóricas para ser más expresivo; las dos más comunes son el símil o comparación y la metáfora.
1- Directa: simplemente escribes objetivamente lo que sucede:
Era una noche oscura.
Su corazón latía rápidamente.
2-El símil o comparación: comparas lo que describes con algo para que el lector se haga una idea. La palabra de unión más común es “como”.
Era una noche oscura como un telón de terciopelo negro.
Su corazón latía como una locomotora.
3-La metáfora: es parecida al símil en el sentido de que compara dos elementos, pero en la metáfora la comparación desaparece y un objeto toma las cualidades del otro:
La noche era un telón de terciopelo negro.
Su corazón era una locomotora.
Y otros ejemplos:
La noche era tan oscura que parecía que alguien hubiera decidido apagar todas las estrellas.
La noche era como una mancha de petróleo.
Su corazón se disparó como si de repente se hubiera tomado veinte cafés.
Si su corazón no se calmaba pronto, necesitaría un desfibrilador.
Cuanto te separas de la forma directa de describir, el truco está en evitar los lugares comunes. Un lugar común es una frase que ha sido tantas veces utilizada que ya no transmite la información que quería dar, ya no crea una imagen.
Meterse en la boca del lobo.
Oscuro como boca de lobo.
Las perlas de su boca.
Nadar entre tiburones.
Beber hasta el agua de los floreros.
Dormir como un tronco.
Dormir como un lirón.
Estar hecho un Cristo.
Ser peor que un parto.
Correr como alma que lleva el diablo.
Ciego como un topo.
Ciego como un murciélago.
Sudar la gota gorda.
Sordo como una tapia.
Etc., etc, etc…
Si eres un escritor de ficción, uno de tus objetivos debería ser que tu lenguaje esté vivo, que para describir siempre encuentres imágenes novedosas que hagan que en un instante el lector sepa perfectamente a qué te refieres, y nunca recurras a los lugares comunes, que es el sello de un escritor vago. El único sitio donde puedes utilizar lugares comunes es en los diálogos y en los pensamientos de los personajes y cuando estás en primera persona, pero sin pasarte, porque en el día a día todos utilizamos frases hechas para expresarnos.
Recomendaciones
–“Description & Setting”, de Ron Rozelle. Aunque su título haga pensar que el libro se centra en la descripción y los lugares, este libro realmente es un completo curso de escritura. Aquí aprendí lo importante que es prestar atención a los detalles para poder después crear una prosa rica. Muy recomendable.
Consíguelo en Amazon.es o en Iberlibro.com
-“Description”, de Monica Wood. Este sí se centra más en la descripción, y la analiza desde todos los puntos de vista posibles: el detalle revelador, cómo influye el punto de vista, mostrar frente a narrar, cómo utilizar la descripción en los diálogos. Éste también es muy recomendable, y es completamente diferente al anterior.
Consíguelo en Amazon.es o en Iberlibro.com
-“Empowering Character’s Emotions”, de Maggie Lawson. Es un cursillo online del que puedes comprar las lecciones y hacerlas por tu cuenta o apuntarte a uno de los talleres (si sabes escribir inglés, yo recomiendo un taller, que es muy intensivo pero en el que aprender una barbaridad). En el cursillo aprendes a expresar las emociones de los personajes y a utilizar siempre un lenguaje vivo.
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Pues mira, precisamente me acaban de regalar un Kindle por mi cumpleaños, así que ya tienes una lectora para tus cuentos. Aunque a mí sí que me gustan los monstruitos 😉
Los monstruitos llegarán algún día. Ya me contarás qué te parece leer en Kindle; aunque sigo prefieriendo el papel, estoy encantado con mi trasto y los precios de Amazon.
A mí me gusta mucho, la verdad. Los libros en papel me siguen gustando, pero el Kindle es muy cómodo. Por otra parte, hay títulos que en papel no me compraría, tanto por el precio como por el espacio que ocupan, y que en Kindle tienen un precio bastante razonable por el que me vale la pena arriesgarme a comprarlos y que no me gusten.
Pienso exáctamente lo mismo.