Año nuevo, propósitos nuevos. Aquí tenéis los míos para 2013.
Esta segunda novela es de fantasía y comenzaré escribiendo 600 palabras diarias. Espero poder acabarla en un año, y que hacia el final ya sea capaz de escribir 1.000 palabras al día. Tengo un montón de ideas y temas que quiero explorar, pero antes de ponerme a escribir nada, seguiré las pautas del cursillo para tener un mapa de carreteras (que seguro que después modifico).
Nota importante: NO voy a quitar los artículos de mi blog; el libro será para los que queréis ir más allá con vuestra escritura.
Y tengo otras dos ideas, pero depende de vosotros si las llevo a cabo. Si “Vivir soñando” gusta y se vende bien, tengo pensado auto-publicarme otras dos colecciones de cuentos. La primera serían relatos paranormales, para aquellos a los que os gustan los monstruitos, y la segunda serían de ficción general; ambas colecciones llevarían comentarios.
Pero si “Vivir soñando” no gusta y no se vende, el tiempo que me llevaría escribir y publicar las colecciones lo emplearía en escribir más novelas. Cuantas más novelas tenga acabadas y moviéndose por editoriales y agencias, más posibilidades tendré de meterme en el mundo editorial, que ahora mismo es mi objetivo principal. Esto también es algo que le recomiendo a todos los aspirantes a escritor: sopesa qué proyectos son los que más te convienen en cada momento.
LA VOZ Y EL ESTILO
Voy a comenzar con dos definiciones.
Voz o estilo: Es tu huella dactilar en el papel, que es única e irrepetible. La mejor definición que he encontrado es del agente literario Donald Maass en su libro “Writing the Breakout Novel”:
“Por voz, creo que se refieren no sólo a una forma única de juntar palabras, sino a una sensibilidad única, una forma personal de ver el mundo, una actitud que enriquece las obras de un autor”.
Estilo o prosa: Es cómo utilizas el lenguaje para contar historias. He encontrado una definición excelente de Aristóteles sobre lo que tienes que lograr:
“Para escribir bien, exprésate como el pueblo llano, pero piensa como un sabio”.
Como veis, yo utilizo estilo en ambas definiciones, y cuando escribo sobre él, a veces me refiero a la primera definición y a veces a la segunda. Pero para simplificar las cosas, en este artículo el estilo significará la segunda. EL ESTILO: EL USO DEL LENGUAJE
El estilo es cómo utilizas el lenguaje en tus escritos. Aquí entran la amplitud de tu vocabulario, la construcción de frases, la alternancia de frases de distinta longitud para jugar con el ritmo, el uso de sinónimos para evitar repeticiones, el uso de repeticiones para lograr cadencia, el uso de los signos de puntuación para que el texto tenga ritmo…
Me parece que este elemento es el más sobrevalorado por la gente que no escribe (sobre todo los críticos), lo que hace que confunda a muchos aspirantes a escritor. Dedicarse a cincelar frases para que reluzcan sin molestarse en contar una historia es como querer construir una casa colocando un ladrillo sobre otro sin tener planos ni cimientos. El estilo es importante, pero es sólo un elemento más de la ficción, y todos tiene que encajar entre sí para que ésta funcione.
Y por experiencia personal, si no sabes cómo desarrollar una historia, por mucho que te esfuerces en elaborar una cuidada prosa, va a llegar un momento en que te vas a bloquear porque no sabes cómo seguir.
Creo que la peor influencia para un escritor son sus profesores: dan a entender que un escritor tiene que tener una prosa correctísima, cuando no es cierto (tiene que ser correcta, pero utilizada de forma personal); que las repeticiones de palabras son errores, lo que provoca que muchos aspirantes a escritor las eviten a toda costa; y que metan muchísima paja, con frases rebuscadísimas, porque cuenta más la cantidad retorcida que la calidad (recuerdo cuando hacía exámenes de historia en el colegio e instituto: me ponía a soltar paja y paja retorcidísima y lo llamaba “bonita literatura”. A los profesores les encantaba, que me solían poner notables).
Voy a detenerme un poco en las repeticiones. La gente que comienza a escribir tiene tanto miedo de repetir palabras que hace malabares para no hacerlo, dando como resultado un estilo completamente artificial. Me temo que la mayor influencia aquí son los periodistas, que menos elegantes, son cualquier cosa escribiendo.
Así nos podemos encontrar aberraciones como ésta:
José se acercó a la puerta y atravesó el vano. En la habitación había una mesa con una lámpara de pie al lado de la misma. El gaditano caminó hasta el mueble de metacrilato y encendió la iluminación. Encima del tablero reposaba un libro con las páginas abiertas. El viudo ojeó los folios del ejemplar.
El párrafo de arriba utiliza “vano” para no repetir “puerta”; “mueble de metacrilato” (y el lector no sabe que la mesa es de ese material) y “tablero” para no repetir “mesa”; “folios” para no repetir “páginas”; y “ejemplar” para no repetir “libro”. En la segunda frase utiliza “la misma”, que es algo que en el 99% de las ocasiones se puede omitir o reescribir, porque es una construcción muy torpe. Y lo que es más grave, para no repetir “José”, añade información sobre el personaje que el lector desconoce: que es de Cádiz y que está viudo.
Esa cosa se podía haber escrito así:
José atravesó la puerta y vio que en la habitación había una mesa y una lámpara de pie. Cuando encendió la luz, comprobó que encima había un libro con las páginas abiertas. José lo ojeó.
Recuerda que escribes PROSA, no POESÍA. El ritmo y musicalidad de la prosa no tienen nada que ver con los de la poesía. Y si te obsesionas con lograr una gramática perfecta, recuerda esta cita de W. Somerset Maugham:
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W. Somerset Maugham |
“Los cuatro mejores novelistas que el mundo ha conocido —Balzac, Dickens, Tolstói, y Dostoyevsky— escribían sus respectivos idiomas muy malamente”.
Para encontrar tu estilo, lo mejor que puedes hacer es ponerte al día con la gramática y escribir, escribir y escribir hasta que acabes escribiendo de forma personal.
En cuanto a la gramática, me parece fundamental que domines la sintaxis, que es cómo se forman las frases, y sobre todo prestes atención a la coordinación existente entre los distintos elementos, que mucha gente la pasa por alto; la ortografía, para no cometer faltas, que es un indicio claro de que el texto lo ha escrito un amateur; y el significado de las palabras. Con esto último me refiero a que tienes que dominar el significado de TODAS las palabras que emplees, ya sean cien o cien mil, porque es la única manera de que lo que quieres decir se entienda.
Una vez que sabes lo básico de gramática, es truco es pensar qué quieres decir antes de ponerte a escribir. Y vas probando con la longitud de las frases, alternando frases largas con frases cortas, y con los signos de puntuación y el vocabulario, hasta que sientas que eso que escribes tiene buen ritmo y suena bien.
Mi amigo Pedro Pablo Picazo, el autor de “
Su majestad el rey de los niños zombis”, me contó que él descubrió su estilo cuando estuvo trabajando en un programa de televisión (para entonces, había pasado tres años en la escuela de cine como guionista, y otros tres trabajando por su cuenta escribiendo guiones). Tenía que producir tanto material en tan poco tiempo que no se podía detener a pulir frases y apenas podía revisar. Pero cuando releía lo escrito, se daba cuenta de que sonaba bien.
A mi me pasó con mi blog. Cuando comencé a escribir críticas no hacía más que pensar en la palabra correcta y la alternancia de frases, hasta que los artículos se me acumularon y no me quedó más remedio que escribir muy rápido. Al revisar me pasó como a Pedro Pablo: eso sonaba bien.
Escribe muchísimo y surgirá tu estilo. Lo vas a reconocer porque te sonará bien y porque te sentirás cómodo escribiendo de esa manera.
Y que le den a la Real Academia.
LA VOZ: TU PERSONALIDAD EN EL PAPEL
La voz es tu personalidad en el papel y engloba todo, lo que hace que en cuanto la encuentres, ésta sea única: el estilo, los temas que exploras, tu visión del mundo, cómo desarrollas las tramas, cómo son tus personajes, si utilizas mucha narración o muestras mucho, cómo son tus diálogos, cómo describes, qué detalles destacas…
La voz, al igual que el estilo, surge sola a medida que escribes, pero en este caso tienes que escribir ficción. El proceso es gradual y a medida que te acercas, sientes una sensación de comodidad, de que ya sabes cómo hacer las cosas. Si para encontrar tu estilo es fundamental aprender gramática, con la voz es fundamental aprender las técnicas narrativas.
Yo reconocí mi voz cuando me puse a revisar “La muerte es solo el principio”. Era increíble, porque veía perfectamente qué partes sonaban a Carlos del Río y qué partes estaban desafinadas y tenía que volver a escribir con mi propia voz.
Ahora me doy cuenta de que me fui acercado a mi voz cuando fui consciente de que los personajes y la trama están interrelacionados, y el comportamiento de unos influye en el desarrollo de la otra y viceversa. O cuando descubrí la importancia de los detalles concretos para dibujar tus mundos de ficción, o que hay que buscar un equilibro entre las escenas y las partes narradas. Lo quiera o no, todos estos descubrimientos hacen que mi ficción tenga elementos comunes, aunque a veces ni yo mismo soy consciente de ellos.
Y después te salen cosas solas: el humor, un cierto tipo de personajes e historias, un determinado tono, temas recurrentes, influencias (en mi caso está clarísima la influencia del cine y la literatura).
Tienes una amplia gama de posibilidades que vas barajando, porque tus historias no son todas iguales (a veces el tono es más serio, o pasas a primera persona, o juegas con la estructura, o intentas un género en el que nunca has escrito). Un dato muy importante a tener en cuenta es que la voz, como la personalidad, va cambiando a lo largo de toda tu vida.

Para dar con tu voz tienes que conocerte a ti mismo. Para saber qué temas te interesan y qué piensas de ellos yo recomiendo escribir un diario. Esos temas tal vez no estén de moda o tu opinión sea polémica, pero al escribir ficción tienes que ser tú mismo y dar tu visión del mundo, aunque sin intentar convencer a nadie.
Durante año y medio mantuve un diario que escribía por las mañanas, justo antes de escribir cualquier otra cosa. Comenzaba contando lo que había hecho el día anterior, pero si me venía a la mente algo, ya fuera un recuerdo o algún asunto reciente, lo exploraba. Así me di cuenta de que arrastraba muchísimos traumas e inseguridades, y reconocí qué cosas y personas amo y admiro y qué cosas y personas odio en esta vida. Y todo eso alimenta mi ficción, aunque muchas veces no sea patente.
Para encontrar tu propia voz es fundamental estar relajado a la hora de escribir. Piensa que esa historia que estás escribiendo se la estás contando a la persona en la que más confías en el mundo. O si incluso así te bloqueas, piensa que estás escribiendo esa historia para ti y que nadie la va a leer. Estando relajado, y sin preocuparte de si está bien o mal (y mucho menos de la gramática), tu personalidad se irá filtrando al papel hasta que llegue un momento que te será imposible escribir sin que se note que eres tú el autor.
Como pasa con el estilo, los críticos también han metido la pata y no hacen más que confundir a los aspirantes a escritor. Tu voz tendrás más o menos personalidad, y será más o menos notoria, pero será tuya (y habrá momentos en los que tu presencia se notará más o menos); pero los críticos ensalzan a los autores con una voz muy fuerte y desprecian a los que tienen una más transparente (excepto en los casos de Hemingway y Carver).
Y así, muchos aspirantes a escritor intentan lograr una voz muy marcada que no es la suya. Imitan a Poe, García Márquez, Virginia Woolf, o Chuck Palahniuk. Me parece un error gravísimo: no tienes que imitar a nadie, sino hacer que tu propia voz surja por sí misma.
Y que les den a los críticos.
Recomendaciones:
–“Cultiva tu talento literario” (“Finding Your
Writer’s Voice”), de Thaisa Frank y Dorothy Wall. Si te quieres comprar solo un
libro sobre voz, que sea éste, que además está traducido. Las autoras repasan
cómo la voz propia surge sola, que estaba enmascarada por todos los malos
consejos que te han ido endilgando a lo largo de tu vida, cómo esa voz se tiene
que moldear para contar historias, y cómo hacer para revisar y reescribir sin
perder tu voz. Este libro es genial.
Consíguelo en Amazon.es o en Iberlibro.com
-“Finding
Your Voice”, de Les Edgerton. Edgerton repasa los aspectos básicos de lo que es
la voz, los errores más comunes que nos han inculcado gente que no sabe
escribir, y pone ejemplos muy buenos de lo que son voces auténticas.
Consíguelo en Amazon.es o en Iberlibro.com
-“Si
quieres escribir” (“If You Want to Write”), de Brenda Ueland. Un clásico de
1938 que aún se vende, y que sorprendentemente está traducido. Ueland tenía la
teoría de que todos tenemos talento y somos originales (algo que comparto), y
en este libro explicaba cómo cultivarlo y lograr originalidad. Ueland expresa
muy bien cómo surge y mantienes la creatividad y cómo tienes que escribir para
ser tú mismo. Aquí también hay buenos ejemplos de voces falsas y voces auténticas.
Consíguelo en Amazon.es o en Iberlibro.com
Fotografía de W. Somerset Maugham: Carl Van Vechten (dominio público).
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