VERDADES Y MENTIRAS SOBRE LOS ESCRITORES DE FICCIÓN
Ha llegado la hora de un pequeño test. Pero antes de que corras despavorido a cualquier otra página, déjame explicarte que no lo hago para humillarte delante de tus compañeros o para alimentar mi ego, demostrando que soy más listo que tú. Ya hay demasiados que se ganan la vida haciendo eso.
No, este test es para aclarar una serie de ideas que tal vez tenías confundidas sobre los escritores de ficción. Tan sólo tienes que contestar “Verdad” o “Mentira”.
Un escritor de ficción debe:
1- ser disciplinado.
2- ser un buen narrador.
3- ser un intelectual.
4- dominar la gramática del idioma en el que escribe.
5- tener un vocabulario vastísimo.
6- documentarse exhaustivamente antes de escribir.
7- prestar mucha atención a los detalles.
8- vivir antes de escribir.
9- leer muchísimo.
10- escribir sobre lo que conoce.
11- ser honrado.
12- ser políticamente correcto.
RESPUESTAS:
1- Un escritor de ficción deber ser disciplinado. VERDAD. Si no te acuerdas, léete el principio del anterior artículo. No esperes a estar inspirado para escribir; así sólo conseguirás que cada día que pasa, menos ideas y ganas tengas. La musa no va a ir a llamar a tu puerta; sal a buscarla.
Tómate la escritura como un trabajo, que lo es, y piensa que aunque tengas días malos, tienes que hacerlo, ¿acaso te coges una baja cada vez que has dormido mal? En mi caso, ha habido días que pensaba que iba a ser incapaz de escribir nada, y cuando me ponía, las palabras salían solas; y otros que ardía por ponerme a escribir, y la sesión era tortuosa. Lo más curioso es que independientemente de lo inspirado que hubiera estado, el resultado era muy parecido.
A este punto añadiría que un escritor tiene que encontrar un equilibrio entre ser humilde, porque va a estar aprendiendo toda su vida, y tener confianza en sí mismo, que es lo que le da fuerzas para seguir escribiendo día a día.
2- Un escritor de ficción debe ser un buen narrador. VERDAD. De hecho, es el papel principal de un escritor. Un escritor teje un tapiz con palabras y lo enrolla. Cuando se lo da un lector, éste comienza a desenrollarlo, fijándose en los dibujos que tiene la tela. Primero ve algo que parece la cola de un felino, y a medida que lo va desplegando, surgen las patas traseras y el cuerpo. El lector duda de si lo que ve es un gato o un león, y la curiosidad hace que siga desenrollando el tapiz. Cuando llega a la cabeza, se sorprende porque es un dragón. Al volver la vista al comienzo del tapiz, se da cuenta de que era obvio, y le hace gracia cómo ha jugado con él el autor.
Esto, muy resumidamente, es lo que tienes que conseguir con tus relatos. Si el tapiz está lleno de dibujos incomprensibles, o los hilos forman trazos que parecen que llevan a alguna parte pero se truncan a la mitad, el lector se sentirá frustrado y dejará tu tapiz sin acabar de desenrollarlo. Tienes que darle pistas, para que se imagine qué va a venir a continuación, pero tienes que guardarte alguna sorpresa para que no se adelante demasiado y se aburra.
Aquí estamos hablando del arte de narrar, y sí se puede aprender. Volveré a él en otros artículos.
3- Un escritor de ficción debe ser un intelectual. MENTIRA. Vuelvo a repetirlo: lo que tiene que ser un escritor es un buen narrador. ¿Qué sentido tiene que se haya leído Finnegans Wake en inglés, En busca del tiempo perdido en francés, y toda la obra de Kant en alemán, si es incapaz de contar una historia de forma coherente y atractiva? ¿Para que nos aburra con sus grandes pensamientos, aunque la trama no tenga sentido o los personajes sean monigotes sin vida que utiliza para expresar ideas?
En el mismo sentido, un escritor no necesita tener estudios universitarios. Al principio, lo que le mueve son las ganas de contar historias salidas de su imaginación. Eso no se enseña en ninguna universidad.
Si quieres escribir, escribe. No hagas como yo, que me licencié en algo que aborrezco para conseguir un título que jamás utilizaré. La universidad ni me abrió la mente, ni me hizo más maduro, ni me enseñó a escribir bien, y eso que estoy hablando de Periodismo (claro que si ves cómo están escritos los periódicos…). Lo único positivo que logré fue un puñado de buenos amigos que aún conservo. Pero el tiempo en clase, tiempo perdido.
Piensa que todo el mundo tiene una inteligencia parecida, y lo importante es cómo la utilizas. No creas que no puedes escribir porque no has leído a William Shakespeare (ya lo harás), no entiendes el cine de Ingmar Bergman (es normal. Que te aburra a más no poder, también), o no eres licenciado.
4- Un escritor de ficción debe dominar la gramática del idioma en el que escribe. VERDAD. Esto sí es importante que lo aprendas. Si te da pereza saber cómo funciona tu idioma, no te pongas a escribir. Es como el que quiere conseguir una medalla olímpica sin sudar: “Es que el deporte me cansa, pero mira cómo brilla el oro”. Pues, sinceramente, no creo que vayas a llegar muy lejos.
Un escritor debe dominar el idioma porque es la herramienta que tiene para contar una historia. Con las palabras hace que veamos a los personajes, nos transporte a otros sitios y épocas, y sintamos sensaciones. Cuanto mayor sea tu dominio del idioma, más fácil te será conseguir estas cosas.
Aprender gramática no es tan difícil como parece. Seguro que recuerdas esas aburridísimas clases de lengua en el colegio y el instituto, pero ahora es mucho más sencillo. Muchas cosas, a base de práctica, las has asimilado; y otras muchas, simplemente las tienes que recordar.
Verás que cometes errores sin darte cuenta, porque donde vives, hablar así es normal. En ninguna zona geográfica se habla el español puro. En el caso de Cantabria, por ejemplo, la gente es muy leísta y laísta: “Le llevé a lavar” (refiriéndose a un coche), o “la di un beso”.
Si todavía tienes dudas de gramática, fíjate en dos de sus partes:
1- La sintaxis: Es la construcción de las oraciones. Mira qué elementos puede tener una oración, que funciones tienen, y cómo se relacionan entre ellos. Luego pasa a estudiar las distintas clases de oraciones que hay, y cómo se construyen.
Había pensado recomendar la Gramática de la Lengua Española, de Emilio Alarcos Llorach, que es la que tengo yo; pero leerse eso es más árido que recorrer el Sáhara a pie y sin cantimplora.
Me he dado una vuelta por internet y he encontrado unos ejercicios que son perfectos para esto. Son los apuntes de Vicente Llop, un profesor de lengua y literatura, y me parecen muy buenos. No te aprendas las definiciones de memoria, asimila lo que significa y haz los ejercicios. Bájate todos, comenzando por los de morfología. Te llevará un tiempo, pero merecerá la pena. (Enlace
aquí).
2- La ortografía: Habrás sentido un escalofrío. Sí, es el rollo de las tildes, de con qué letras se escriben las palabras, y de los signos de puntuación. La Real Academia Española la da gratis en su página web (actualización de febrero de 2011: ya no la da gratis. De la que hablo aquí es de la edición de 1999). Te la bajas y la lees tranquilamente. Presta atención, sobre todo, al capítulo V, el de los signos de puntuación. Escribe tus propios ejemplos. Estos signos te ayudarán a que tus textos tengan ritmo. Guárdala, que te servirá de referencia para cuando tengas dudas.
Si lo de la gramática te desanima, tranquilo. Es lo más aburrido, con mucha diferencia, de escribir ficción, pero hay que saberlo. El resto es divertidísimo. Seguimos la corrección en el siguiente artículo.
EL DESARROLLO DE MI NOVELA

Desde la revelación de mi protagonista, he tenido una pequeña crisis al escribir mi novela. Por algún extraño motivo, aunque tenía claro lo que quería contar, me costaba mucho escribir. Como soy muy testarudo, cumplía con las 300 palabras diarias, pero sentía que algo no funcionaba, aunque no sabía qué.
Unos amigos me invitaron a pasar un par de días en La Rioja, y entonces encontré la solución…
—¿La Rioja has dicho? ¿No te harías amigo de una barrica de vino tinto y estuviste abrazando farolas? Así cualquiera se inspira.
Esto… no. Lo que quiero decir es que este verano he estado tan ocupado manteniendo al día mi rincón (el ciclo de François Truffaut en la filmoteca de Cantabria ha sacado humo de mi teclado) y escribiendo la novela, que no me daba tiempo a descansar un poco y ver lo que estaba haciendo.
Me fui a La Rioja sin mi portátil. Durante un par de días no escribí nada ni me conecté a internet. Simplemente me dediqué a descansar y pasármelo bien con mis amigos. Y aunque no me creas, no hubo vino de por medio. A las pocas horas de estar de vacaciones, descubrí qué pasaba con mi novela. Estaba tumbado en la cama, esperando a dormirme para echar la siesta, cuando encontré el problema: dos tramas iban a distinta velocidad.
Estoy enfrascado en el nudo y es bastante más complejo que la presentación. Las tramas se van entrelazando, y es muy difícil hacer que se desarrollen al mismo tiempo. Tras el cambio en la protagonista, me había centrado en otra trama, pero al volver a la principal, algo chirriaba. En La Rioja me di cuenta de que la primera trama se había adelantado a la principal.
La solución que he encontrado es dedicarme a contar la trama principal, que cada día se complica más y más, y cuando llegue a un punto de giro, volver atrás y escribir el resto de las tramas, adaptándolas a la cronología de la principal.
Ha funcionado: escribir vuelve a ser muy divertido.
Si en la anterior entrega hablaba de lo fundamental que es tener una rutina y cumplirla siempre, en ésta digo que tienes que ser flexible. Yo todavía estoy buscando la mía, pero ahora he aprendido que si vuelvo a sentir que algo no funciona, descansaré unos días, hasta que encuentre la solución.
¿Y quién me indicaba que había un problema? El subconsciente. Dedicaré un artículo entero a él, que es fundamental para un escritor. De allí sacas las ideas, te ayuda a darles forma, y te avisa cuando algo falla. Y encima, nunca para de trabajar.
Conclusiones: haz caso a tu subconsciente y rodéate de buenos amigos. Lo último, nunca falla para inspirarte.
Recomendaciones:
—¡Vino tinto hasta perder la decencia! Es broma.
—Ortografía de la Lengua Española, de la Real Academia Española. Cómpratela que siempre es bueno tener una.
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