Reseña: «Olympo», de Dan Simmons

Reseña de Olympo, de Dan SimmonsNOVELA

Olympos
(EE.UU., 2005, 825 páginas)
Dan Simmons
 

Tras crear un peculiarísimo universo en la voluminosa Ilión, donde mezclaba dioses y héroes griegos con robots de Júpiter y humanos incultos que se teletransportaban, Dan Simmons cerró la historia dos años después con la incluso más voluminosa Olympo, dando lugar a una espectacular y muy imaginativa bilogía de ciencia ficción.
El libro fue finalista en 2006 al premio Locus a la Mejor Novela de Ciencia Ficción, y en España, como el anterior, se publicó en dos partes: Olympo I: La guerra y Olympo II: La caída. 

SINOPSIS

Meses después de la rebelión contra los dioses, los moravecs protegen a los griegos con escudos de fuerza, pero Hera quiere dejar a Zeus fuera de combate para que la guerra de Troya siga su curso de aqueos contra troyanos.
Al mismo tiempo, el moravec Mahnmut contacta con Hockenberry para que viaje a la Tierra del año 5.000, donde desequilibrios cuánticos están poniendo en peligro el sistema solar.
En ese planeta, Ada ha logrado crear una comunidad autosuficiente en Ardis Hall, pero pronto se verá amenazada porque los voynix comenzarán a atacar y matar a los humanos. 

ANÁLISIS

Reconozco que tuve que leer esta novela muy despacio. Simmons me seguía deslumbrando con escenas sobresalientes, y con una creación de mundo y un sentido de lo maravilloso muy, muy imaginativos, pero el autor había creado un entorno tan sumamente extraño en la primera parte, que para dar respuesta a todos los interrogantes abiertos no le quedaba más remedio que hacer encaje de bolillos con las tramas, y de apabullar con información al lector de vez en cuando (un Marte terraformado traído de otra dimensión, dos Tierras en dimensiones distintas, los post-humanos, los dioses Próspero, Setebos y Ariel…).
Crítica de Olympo, de Dan SimmonsSé que llegué a comprender todo, pero no me lo pidas que te lo explique. Sé que seguí todas las tramas, no me pidas que te las cuente detalladamente.
Aunque continúa con la misma historia, en Olympo Dan Simmons rompe con el estilo de Ilión. Si en aquella había tres tramas muy diferenciadas (la del experto en Homero, en presente y en primera persona; las otras dos, en pasado y en tercera), aquí todo está narrado en tercera y en pasado; además, hay más tramas, que se complican mucho, y que en ocasiones se van entrelazando.
Para mí lo peor de Olympos es su principio. Simmons comienza con el funeral de Paris, y yo tardé muchísimo en situarme en la historia. Aquí adquieren protagonismo Helena por un lado, y Aquiles por otro. Como en Ilión, lo que menos me interesa es la historia de los griegos en Troya, ya que a la mayoría de los (múltiples) personajes no acabo de conocerlos bien, y muchas veces me parecen retahílas de nombres de guerreros a la gresca, que no me dicen nada.
Mucho más interesante me parece la historia de Aquiles, a pesar de las muchísimas vueltas que da, y de la trampa que te mete doblada Simmons al principio, cuando Atenea, como quien no quiere la cosa, le entrega un cuchillo mata-dioses (cuchillo que utilizará 600 páginas más tarde).
Por un hechizo, Aquiles se enamora perdidamente de la reina de las amazonas cuando esta muere, y para resucitar a su amada, recorre varios lugares buscando a quien pueda devolverle la vida. Para mí, su punto álgido es un impresionante viaje al Tártaro, pero también destacaría un enfrentamiento con Zeus, el primer encuentro entre la amazona y Aquiles, o la ironía de la resolución. 
La parte central me parece muy sólida; es donde más avanzan las tramas, y donde aún no te das cuenta de las trampas de Simmons para encajar todo. La del experto homérico Hockenberry es la que menos me gusta precisamente porque se mezcla con los griegos. El hombre no hace más que teletransportarse de Troya —donde busca conocer el nuevo desarrollo de la guerra— a una inmensa nave en la que viaja a la Tierra del 5000, para descubrir qué está pasando en ese planeta.
Portada de Olympo, de Dan SimmonsEntrelazada con esta historia está la de los robots Mahnmut y Orphu, quienes viajan en esa misma nave, y es la que menos acción tiene. Una enorme trampa es que al principio se empeñan en que Odiseo vaya con ellos… porque les da la gana. Más tarde (unas 600 páginas después), cuando aparece Circe, ese personaje es fundamental para que la historia pueda continuar, y Simmons explique por qué había dos Odiseos —siendo sincero, es lo que menos comprendí—.
De esta trama, lo que menos me gusta es la elaborada (y para mí poco creíble) explicación que da Orphu sobre lo que está pasando, basándose un poco en la observación, y mucho en la intuición. Realmente es un pegote que pone Simmons para responder a varias cuestiones del entorno de la novela.
Tampoco me gusta cómo los robots, de forma muy forzada, se encuentran con Harman al final, para que la novela tenga un final feliz. 
La parte de la Tierra me encanta. Ada ha creado una comunidad en Ardis Hall, que es destruida más tarde cuando los voynix se rebelan contra los humanos. En la segunda mitad hay pasajes larguísimos, y tensísimos, al estar los personajes cercados por una multitud de voynix dispuestos a matarlos.
Solo un repugnante huevo (y posteriormente, una criatura aún más repugnante), que ha traído Daeman, evita que los ataquen, pero en algún momento deben deshacerse del engendro, porque se está colando en sus mentes. Más adelante, la tensión viene cuando se plantean si dejarle a Odiseo, o no, la única nave que los puede trasladar a un lugar más seguro.
Portada española de Olympo, de Dan SimmonsDaeman viaja a Cráter París (el París del año 5000), buscando a su madre, y se lleva una desagradable sorpresa. Toda esta parte es Simmons en plena forma: muy larga, inquietante y espectacular, llena de imágenes muy poderosas. Aparece un Cráter París congelado y el nauseabundo dios Setebos. Daeman, un poco por capricho, se empeña en robar uno de los huevos que ha puesto Setebos; huevo que en el futuro les vendrá muy bien para evitar a los voynix en Ardis Hall.
Harman, a su pesar, se vuelve un trotamundos, y Simmons se luce creando escenarios originalísimos. Tras viajar al Golden Gate de Machu Picchu, único lugar donde se puede curar Odiseo, la deidad Ariel le teletransporta a Asia para que se encuentre con el dios Próspero, y viaje en un original medio de comunicación: un inmenso teleférico unido por torres Eiffeles gigantes.
En un encuentro en el Taj Moira (un Taj Mahal construido en la cima del Everest), y de una forma muy singular, Harman adquiere el conocimiento de un millón de libros, lo que le ayuda a comprender el mundo (y el lector con él).
De esta trama, narrativamente no acabo de entender por qué Harman tiene que adquirir tanto conocimiento, o por qué Ariel y Próspero insisten en que recorra a pie la brecha que cruza el Atlántico, cuando lo más probable es que muera sin entrar en contacto con ningún ser humano.
Luego te das cuenta, tras la inquietante escena del submarino nuclear hundido, de que es la excusa que se crea Simmons para que Harman encuentre su terrible cargamento, y así desvelar más cuestiones sobre el pasado de la Tierra; y más adelante, para que se cruce con la trama de Mahnmut y todo acabe bien. Consigue Olympos I: La guerra en Amazon.es 
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