Reseña: «Portrait of Jennie», de Robert Nathan
A pesar de que Robert Nathan (1894 — 1985) comenzó su carrera con un fracaso, Peter Kindred, continuó escribiendo y en la década de 1920 logró establecerse como novelista, y se mantuvo activo durante casi seis decenios.
De toda su producción, que incluye novelas, libros infantiles, poemarios, guiones y obras de teatro, en la actualidad las más recordadas son dos novelas con elementos sobrenaturales (que no están traducidas al español): The Bishop’s Wife —en donde un ángel baja a la Tierra para ayudar a la mujer de un obispo—, y sobre todo, la novela corta Portrait of Jennie, que es una originalísima historia de amor entre un pintor y una chica que se desliza por el tiempo.
Sinopsis
En el Nueva York de la década de 1930 vive Eben Adams, un pintor que no tiene a la suerte de su parte. Un día que pasea por Central Park se encuentra con Jennie, una niña que parece salida de otra época y con la que se reencontrará en varias ocasiones. Desconcertantemente, cada vez que lo haga, Jennie habrá crecido varios años sin ninguna explicación racional, y Adams se irá enamorando de ella.
Análisis
La pasada primavera comencé a leer una novela de amor y viajes en el tiempo que no pude acabar porque los personajes no me interesaban nada, y la autora se había pasado por el forro mantener una mínima coherencia con los viajes en el tiempo (tener en cuenta las paradojas temporales parece que no iba con ella).
Pero esa obra me hizo recordar Jennie, una película de Hollywood de los años 40 con Joseph Cotten y Jennifer Jones que había visto de adolescente y me había encantado. Indagando un poco descubrí que estaba basada en la novela corta Portrait of Jennie (1940), de Robert Nathan, así que me la compré. Y me encantó.
No hay mal que por bien no venga.
Portrait of Jennie sigue dos historias que se van entrelazando e influyendo mutuamente. Por una parte están los avatares del pintor Eben Adams por sobrevivir en el Estados Unidos de la Gran Depresión vendiendo cuadros; y por otra, su historia de amor con Jennie. La primera es interesante y muy optimista; la segunda es absolutamente genial, y será de la que me acuerde pasados los años cuando rememore esta novelita.
La novela está narrada en primera persona, con un Eben más mayor y con éxito, que recuerda los acontecimientos que ocurrieron en su vida años atrás, cuando las cosas no le iban nada bien, pero su suerte comenzó a cambiar.
La historia de Eben el pintor sin dinero se resume en la conversación que el protagonista mantiene con Gus, el taxista, en un bar. Cuando hablan de Dios, Gus le confiesa que muchas veces duda de que él sepa que estamos aquí, pero cuando todo va mal, entonces tienes un golpe de suerte que te hace plantearte tu opinión. En el caso de Eben, su suerte cambia por encontrar a Jenny y por moverse para darse a conocer como pintor.
Los paisajes que dibuja apenas le dan para comer, pero de casualidad, por conocer a Jennie de niña en Central Park —de la que hará un boceto—, y porque se atreve a ir a una galería de arte a enseñar sus trabajos, descubre que tiene que dibujar el retrato de Jennie. Más adelante, va a cenar a un bar, y allí conoce al taxista Gus, que como tiene un pico de oro, logra que el dueño le contrate para pintar un mural.
Esta historia, con la excepción de la casera, que es odiosa, está llena de personajes entrañables que ponen su granito de arena para ayudar a Adams, y como él te cae tan bien, te alegras de que poco a poco vaya mejorando su situación.
Para mí, lo peor de Portrait of Jennie es la parte final de esta historia, justo antes de que se resuelva la de Jennie. Eben viaja a Truro, en Massachusetts, para pasar un tiempo con su amigo pintor Arne. Aparte de que estás deseando que vuelva a aparecer la chica, apenas pasa nada interesante, y son páginas francamente aburridas.
En cuanto a la historia de Jennie, es posiblemente la historia de amor más original que he leído jamás: misteriosa, evocadora, preciosa, única.
Si vas a leer Portrait of Jennie (si sabes inglés, ¿a qué esperas?), deja de leer aquí.
No puedo hablar de la historia de amor entre Jennie y Eben sin desmenuzarla. En un plazo de pocos meses y durante unos pocos encuentros, Jennie, que comienza siendo una niña, crece para tener la edad ideal para ser la pareja de Eben. De hecho, en su primer encuentro ella le pregunta si la esperará a que crezca; y a lo largo de su relación hay tanto referencias a acontecimientos ocurridos en el pasado (lo que les pone una fecha de nacimiento similar), como augurios del futuro que ellos no acaban de comprender (y que el lector entiende cuando termina la novela).
Entre esos augurios se encuentra la figura ahogada del mural que Eben pinta para el bar, y que está inspirada en Jennie; la sensación que tiene ella de conocer acontecimientos del futuro; lo mucho que la chica se angustia por ver un cuadro de un río; o que una amiga de Eben le diga que no se ahogue cuando vaya a Truro.
Aunque mucha gente interpreta Portrait of Jennie como un romance entre un hombre y un fantasma que crece, yo no estoy de acuerdo (más que nada porque todo el mundo puede ver a Jennie); me parece que es entre un pintor y una chica que de alguna manera tiene dos vidas. Una es lineal, y en esa no conoce a Eben, pero alguien (¿Dios?) ha hecho que en determinados momentos se desdoble y salte en el tiempo y el espacio para que ese artista logre su obra maestra y siga con su pasión, antes de que ella muera ahogada dos veces en un mismo instante.
Genial.
Portrait of Jennie / Robert Nathan / novela corta / Estados Unidos, 1940, 150 páginas.
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