«El príncipe Eosh», a la venta el 15 de enero de 2019
Sí amigos, El príncipe Eosh ya tiene fecha de publicación: el 15 de enero de 2019. Queda muy poco.
Podréis adquirirlo en papel y digital en Amazon, y en digital en más de un centenar de librerías digitales de todo el mundo; no solo va estar en Kindle. Aquí tenéis la lista.
Nada de piratería, por favor, que eso lo único que hace es machacar mi carrera literaria. Y la de cualquier escritor.
Red Apple, la editorial que la publica, también tiene distribución en librerías físicas. Un poco más adelante, si os gustan los libros en papel, como a mí, y comprar en librerías o centros comerciales, podréis adquirir mi novela en cualquier librería de España, Latinoamérica y Estados Unidos. Si no la tienen, la podréis pedir y os la harán llegar.
Bueno, ¿y de qué va El príncipe Eosh?
Aquí tenéis una pequeña sinopsis y lo que prometo dar al lector con este libro.
Si os gusta la fantasía juvenil, o las novelas de aventuras, esta es vuestra novela.
Más adelante, os contaré cómo logré vender una novela a una editorial tradicional sin tener ningún contacto, y cómo escribí una novela de fantasía publicable sin dominar el género ni contratar a nadie para que me la corrigiera.
Para abrir boca, os pongo el principio de la novela.
El príncipe Eosh
CAPÍTULO 1. LA REINA LEVIR
Por una vez en su vida, Levir ocultaría la verdad a su marido, el rey Mevor. Aunque tuviera que mentir a todo el reino, cometer blasfemia y ser condenada a la hoguera si era descubierta, lo haría.
Y es que ningún dios ni ningún hombre sabía de lo que una madre era capaz para defender la vida de su hijo.
La reina se acercó a la cuna de Eosh, barriendo con la larga falda de su vestido el suelo de piedra; sus amplias mangas se suspendían en el aire con elegancia. El príncipe dormía plácidamente, con las carnosas manitas puestas al lado de la cara. Levir sonrió; siempre le habían hecho gracia las manos regordetas de los bebés. Desde que nació, había roto con la costumbre de envolver los brazos de los niños en una manta, dejándolos pegados al cuerpo. Ella quería que Eosh fuera libre, por eso había insistido en llamarlo como el dios del viento.
Cogió a su hijo y lo apretó contra el pecho, de inmediato sintió su calor y su respiración. El bebé comenzó a juguetear con el medallón de madera que llevaba la reina al cuello. Además, Eosh tenía ganas de vivir, razonó, ya que se había adelantado un par de meses para nacer. Era una criatura pequeña y delicada que con el tiempo crecería para ser más fuerte que un buey y más inteligente que un sabio. Ella estaba segura, y no hacía falta que nadie se lo dijese, de que Eosh sería un gran rey para del reino de Kroesh.
Dejó a su hijo en la cuna y retiró el panel de tela encerada que tapaba la ventana. El sol primaveral y el aire fresco llenaron el interior de vida. Al haber sido criada en las montañas, añoraba la naturaleza, y no pocas veces había tenido enfrentamientos con la corte por tener distintas costumbres. Una de ellas era dejar las ventanas descubiertas siempre que el tiempo lo permitiera para que corriera el aire.
Volvió a coger a Eosh y comenzó a cantarle una nana, la misma que su madre le había cantado a ella. Era todo dulzura y todo emoción, para intentar transmitirle con palabras el profundo amor que sentía por él. Alzó la vista y miró por la ventana. Los terrenos que en invierno fueran yermos, y que dos meses atrás se habían llenado de labriegos manejando arados tirados por bueyes, ahora comenzaban a cobrar vida, con espigas y tallos asomándose tímidamente por entre la tierra; los prados lucían frescos, cubiertos con flores de mil colores. Más allá de los campos, se alzaba la Colina Sagrada, donde se encontraba el Templo de Oráculo. Aunque no lo podía divisar desde el castillo, Levir apretó los dientes. Lo que el oráculo había predicho del reinado de Eosh era lo que en esos momentos la estaba corroyendo por dentro. Lamentaba que no tuviera a su madre cerca…
La tradición exigía que el rey consultara al oráculo cuando nacía el príncipe heredero, para ver qué deparaba el futuro al reino, pero al hallarse Mevor ausente en un viaje diplomático a una de las ciudades-estado con las que Kroesh mantenía tratos comerciales, Levir fue a consultarlo en su lugar. El oráculo era interpretado por el sumo sacerdote y guardado en el archivo del templo, y solo el rey, o el miembro de la familia real que lo hubiera consultado, tenía la potestad de hacerlo público.
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