Señales del futuro [1]
(EE.UU., Reino Unido, 2009, 121 min)
Dirección:
Alex Proyas
Guión:
Ryne Douglas Pearson
Juliet Snowden
Stiles White
Intérpretes:
Nicholas Cage
Chandler Canterbury
Rose Byrne
Viendo esta película uno se pregunta cómo algunos proyectos salen adelante. Por lo visto, el guión estuvo rondando varios años en la Columbia hasta que cambió de manos para pasar a la compañía australiana Summit Entertainment. En ese tiempo, al menos cinco personas han trabajado en el guión y tres directores han pasado por el proyecto.
Supongo que el concepto original se fue desvirtuando y el material acabó tan manoseado que nadie se dio cuenta que el resultado era un guión nada original, incoherente, y lo que es peor, aburridísimo.
La película cuenta cómo Nicholas Cage encuentra un folio que lleva enterrado cincuenta años y que está lleno de números. Las cifras resultan ser profecías de las catástrofes que han ocurrido durante el último medio siglo. Y lo más inquietante, es que todavía hay tres acontecimientos que no han sucedido.
Para plasmarlo en la pantalla han contado con Alex Proyas, un director que sin ser muy conocido, tiene prestigio. De él son la interesante “Yo, robot” y la película de culto “Dark City”. Aquí o bien tenía mucha prisa, o a Proyas le daba igual la película y sólo le interesaba el dinero.
La planificación y la puesta en escenas son muy vagas, con planos demasiado básicos para cubrir las acciones. Se supone que tiene que ser inquietante, pero eso no se consigue únicamente con planos oscuros, o con travellings para atrás para revelar que hay una figura de negro escondida en el bosque, o con una banda sonora (me refiero a música y efectos de sonido) atronadora que no da descanso al espectador. Nicholas Cage no cambia de expresión tristona durante dos horas y la película tiene un tono tan serio que resulta ridícula (la parte del Cage viudo está calcada de “Ultimátum a la Tierra” y es igual de aburrida).
El film tiene cuatro escenas de acción, y son lo más comentado de la película. La primera, la del avión, es impactante cuando el ala se lleva por delante a unos cuantos coches; luego, cuando Proyas se empeña en hacer un solo plano, es risible. La puesta en escena se nota una barbaridad y todo es un teatrillo.
La segunda, la del metro es mejor si te esfuerzas en creerte que Nicholas Cage iría a un lugar donde sabe que va a ver una catástrofe. El principio es sumamente confuso, parece que el tren donde está Cage se pone en marcha y descarrila. Luego te das cuenta que es otro. A partir de entonces, la escena está bien.
Lo peor que tiene la película es el guión. Es indignante que las profecías que hacen avanzar buena parte de la trama no tengan nada que ver con el final. Hay dos historias que no casan y han hecho lo imposible para encajarlas. ¿Qué sentido tiene que la niña del principio oyera voces? ¿Y para qué ponen las cifras, si no va de eso la película?
Durante mucho tiempo el film carece de dirección (simplemente porque sus responsables no sabían qué querían contar) y las acciones pasan un poco por azar. Nicholas Cage, que no cree en el determinismo, se pone a estudiar un papel con números porque su vaso de whisky ha dejado un cerco. No sé sabe muy bien cómo (porque no se muestra), Cage da con un código que le indica las catástrofes.
Hay diálogos irrisorios, meten de manera muy basta la información cuando les conviene (ese artículo sobre el sol que había escrito Cage), y algunos personaje cambian de opinión de una escena a otra sin justificación.
Otras veces, para hacer avanzar la trama, meten un elemento que contradice la historia. Cuando el niño se pone a escribir números, sirve para que Cage se dé cuenta de que la niña del principio arañó las coordenadas del último accidente en la puerta del colegio. Ni Proyas ni ninguno de los guionistas se percataron de que si el niño escribía números, eso significaba más profecías, o lo que es lo mismo, más futuro.
Un cero a la izquierda, por tramposa, por poco coherente, por copiona y por soporífera.
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