Whatever Works
(EE.UU., Francia, 2009, 92 min)
Dirección y guión:
Woody Allen
Intérpretes:
Larry David
Evan Rachel Wood
Patricia Clarkson
Ed Begley Jr.
Tras realizar cuatro películas en Europa, Woody Allen ha regresado a su amada Nueva York. Para ello, ha reescrito un viejo guión de los años 70 y cambiado de protagonista: de Zero Mostel, que era el que tenía en mente entonces, a Larry David.
La película cuenta las desventuras de un cascarrabias de 60 años que se enamora de una pueblerina de 20. La trama se complica cuando los padres de la chica, por separado, van a Nueva York a buscarla. Hay un montón de líos amorosos, al tiempo que Allen se mete con todo y demuestra lo intelectual que es. Así explicado, “Si la cosa funciona” parece interesante y divertida. Pero no lo es.
Ya se sabe que desde finales de los 90 los films del neoyorquino han pegado un bajón de calidad. Pero por mala que fuera la película, siempre tenían elementos brillantes: “Un final made in Hollywood” partía de una idea muy buena y tenía escenas hilarantes; “Todo lo demás” ganaba enteros cuando Allen aparecía con una escopeta o Christina Ricci le contaba sus aventuras sexuales a Jason Biggs; incluso la soporífera “El sueño de Cassandra” subía de interés cuando Tom Wilkinson proponía el asesinato (y Colin Farrell estaba impresionante). Desgraciadamente, no hay nada de eso en “Si la cosa funciona”. Es una película mala con todas las de ley. Si alguien defiende este desaguisado, es que es fan acérrimo de Allen.
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Larry David y Evan Rachel Wood |
El film tiene un error gravísimo de casting. Cuando Woody Allen eligió a Kenneth Branagh y a John Cusack para que lo imitaran en “Celebrity” y “Balas sobre Broadway”, era obvio que Allen era muy mayor para hacer de protagonista en esos proyectos y actores más jóvenes tuvieron que sustituirlo. En “Si la cosa funciona” ha cogido a Larry David, que es sólo doce años más joven que Allen, para que le copie hasta el más mínimo gesto y es inevitable no pensar en el original. El problema es que Larry no tiene ni la gracia ni el encanto de Allen, y su personaje resulta repulsivo.
Woody Allen tiene el record de nominaciones al Oscar a mejor guión: catorce, de los que ha ganado dos. Si no fuera porque llevo mucho tiempo siguiendo su carrera, me costaría creérmelo. El de ésta es terrible: está lleno de chistes malísimos, el comportamiento de los personajes es increíble (que alguien me explique la lógica que se esconde detrás del enamoramiento de Evan Rachel Wood por David, o los cambios radicales de Patricia Clarkson y Ed Begley Jr.), muchas ideas están recicladas de otras películas de Allen, y las críticas a la sociedad están presentadas con la sutileza de un tsunami. Da la sensación que Woody Allen quería lanzar una serie de mensajes, y le dio igual que la narración tuviera sentido o no.
Para empeorar las cosas, parece que Allen ya no sabe controlar el tempo de la comedia. Los planos más largos, y sobre todos los rodados en interiores, desprenden un tufo a teatrillo que echan para atrás.
Muy triste. Es como si esta película la hubiera dirigido un fan de Allen copiando a su maestro, pero sin la crispa ni el talento del director.
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