Yo, también
(España, 2009, 103 min)
Dirección y guión:
Antonio Naharro
Álvaro Pastor
Intérpretes:
Lola Dueñas
Pablo Pineda
Isabel García Lorca
“Yo, también” cuenta la historia de un hombre con síndrome de down (Pablo Pineda) que entra a trabajar en una oficina de la administración pública, donde se enamora de una compañera de trabajo (Lola Dueñas) muy necesitada de cariño. A pesar de sus buenas intenciones, la película me parece lograda a medias.
Entre los aspectos positivos destacaría la sensación de realidad que transmite el film. Es casi inaudito: una película realista española parece… realista. O lo que es lo mismo, no son actores largando frases que ni ellos se creen, interpretando a un grupo de seres miserables a los que la vida no hace más que darles palos, y todo va de mal en peor porque así es la puta realidad. No, “Yo, también”, gracias a un reparto excelente –y muy natural- y a la sutiliza de los directores para caracterizar a los personajes (con muy pocos detalles, el espectador tiene identificados a los trabajadores de la oficina y a la familia del protagonista), junto con la cámara al hombro y el feísmo de su estilo, transmite la sensación de que los que vemos en la pantalla no son personajes, si no personas que han vivido esos acontecimientos.
Mención especial merece el personaje de Lola Dueña. A través de acciones (la escena en la que se come una palmera de chocolate después del polvo lo cuenta todo), los directores logran transmitir el desastre que es su vida. Y la historia del padre, algo también inaudito en un cine español empeñado en dar la información de la forma más obvia posible, está (muy bien) contada más por lo que se oculta que por lo que se dice.
También destacaría la historia de amor entre los dos chicos con síndrome de down, o el anhelo que tiene el protagonista por llevar una vida “normal” junto a una chica “normal”. Deja bien claro que la gente con esa discapacidad no son niños grandes, si no adultos que buscan ser lo más felices posibles. Como todos.
En el otro lado de la balanza pondría el tremendo salto que la trama principal da al principio: de “este plasta no sabe ni hacer fotocopias” a “mi niño” en menos de lo que se tarda en pestañear. Por mucho esfuerzo que hiciera por suspender la incredulidad, y por bien hecha que estuviera, no me lo creía. La parte central de la relación está muy bien, pero el principio es muy precipitado. Y el final es pura fantasía.
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Pablo Pineda y Lola Dueñas |
Tampoco me gusta cómo resuelven el conflicto de los dos chicos enamorados. Vale que la chica se enfrente a su madre y le diga que es una mujer (la escena es muy buena, por cierto); pero de allí a que la madre, que ha estado dando la coña durante toda la película, acepte a su yerno de buenas a primeras… Y no entiendo la escena en la que la madre del protagonista se disculpa por haberle hecho más listo que los demás. ¿Qué dicen los directores, que es mejor que la gente con síndrome de down se quede tonta y así no sufre?
En cuanto al estilo, que como ya he indicado, ayuda a transmitir la sensación de realidad, le veo algunos defectos: de vez en cuando echo en falta planos (como cuando Dueñas va al mercado, o cuando liga por primera vez en un bar), y especialmente planos generales, ya que muchas veces recurren al sonido para “mostrar” un local; y creo que el feísmo es contraproducente en dos ocasiones: el viaje a la playa y la parte final en Madrid. No estoy diciendo que en esos momentos “Yo, también” se convierta en “La hija de Ryan”, pero vaya, que tendrían que haber sido más bonitos. La playa luce muy poco y Madrid da una grima tremenda (y tiene una secuencia de montaje muy, muy mala: larguísima, cursi, sin ritmo y con un horroroso villancico de fondo). Si son partes claves de la trama, estaría bien que destacasen un poco.
Para mi lo mejor de la pelicula fue la interpretacion del protagonista maculino. La pelicula me gusto. Lola Dueñas estupenda.