Vuelo nocturno [7]

Portada francesa de Vuelo nocturno, de Antoine de Saint-Exupéry
NOVELA CORTA
Vol de nuit
(Francia, 1931, 136 páginas)
Antoine de Saint-Exupéry
Tras un cuento, «El aviador» (1926), y una novela, «Correo del Sur» (1929), Antoine de Saint-Exupéry publicó en 1931 la novela corta «Vuelo nocturno», y con ella se consolidó como escritor: André Gide la alabó (el prefacio es suyo), el libro fue best-seller, y tan solo dos años después, Hollywood la adaptó a la gran pantalla en una película plagada de estrellas («Vuelo nocturno», de Clarence Brown). Para escribirla, de Saint-Exupéry se inspiró en sus vivencias como piloto en América del Sur, y su protagonista, Rivière, es el sosias de quien fuera su jefe allí, Didier Daurat, a quien además dedicó la obra. Como «El principito» es uno de mis libros de cabecera, me la tenía que leer. (En España a algún desaprensivo se le ha ocurrido vendarla como novela juvenil, y no lo es en absoluto: chavales ¡no la leáis, que os va a parecer un peñazo!)
   Rivière le está echando un pulso a la historia. Desde Buenos Aires comanda a un grupo de pilotos que se juegan la vida cada noche para entregar el correo, demostrando así que los vuelos nocturnos son factibles y que serán seguros en el futuro. Fabien y su telegrafista son dos de esos hombres, quienes sobrevolando la Patagonia se verán inmersos en una tempestad, haciendo que su regreso sea casi imposible, mientras la mujer de Fabien le espera en la capital argentina.
   «Vuelo nocturno» tiene una primera mitad francamente confusa. Para mí todos los vuelos, pero en especial el que abre la novela, eran muy difíciles de visualizar. El problema posiblemente sea mío, porque están escritos en un estilo poético, y yo soy incapaz de entender la poesía (creo que es por culpa de mis profesores de literatura, quienes hacían que leer poemas fuera lo más parecido a ser contable: cuenta sílabas, cuenta figuras retóricas, cuenta las rimas… Afortunadamente nunca les dio por enseñarme qué es el amor). En todos los vuelos, y en otras descripciones, tenía que leer dos veces los párrafos para hacerme una idea de lo que lo estaba pasando. Pero el primero es especialmente duro porque no conoces a los personajes y lo que se están jugando.
   En esa primera parte hay demasiados personajes, que no sabes si son importantes o no, y hasta que de Saint-Exupéry no se centra en Rivière, no sabes qué está en juego. Pero incluso en esa primera parte, hay destellos geniales: lo viejo que se siente Rivière; cómo Robineau, que no vuela pero que está obsesionado con que se cumpla el reglamento, secretamente admira a los aviadores; la despedida entre una mujer y su marido, quien va a volar hacia Europa; o cómo duda Rivière si descender a un antiguo empleado por haber cometido una falta (es curioso, pero en «El principio» de Saint-Exupéry, en relación a las normas, dice justo lo contrario que aquí, que hay que guiarse por el corazón y no seguirlas a rajatabla.)
   La segunda parte es muchísimo mejor. Ya sabes cómo es Rivière, y por qué es tan frío y duro, y lo que está intentando lograr, y reconoces a uno de los pilotos, Fabien. Para Rivière el fin justifica los medios: quiere demostrar que se puede volar de noche, aún a riesgo de perder vidas humanas, porque en el futuro esos sacrificios habrán valido la pena. Entonces el autor logra momentos emocionantísimos siguiendo esos dos hilos: Fabien está perdido en medio de una tempestad, y si fracasa, aparte de romperle el alma a su esposa, es posible que el sueño de Rivière se venga abajo.
   ¡Quiero más libros de Antoine de Saint-Exupéry!
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