Entrevista a César Mallorquí
César Mallorquí creció rodeado de libros y con unos padres que amaban la literatura; de hecho, su padre era José Mallorquí, el autor de El Coyote. Parece natural que César acabara siendo escritor, aunque tardó en dar el paso, y cuando lo hizo, a principios de los 90, aprendió por su cuenta a escribir novelas.
En la actualidad es uno de los autores españoles más reconocidos de literatura infantil y juvenil, aunque también escribe para adultos —y no hace falta ser adolescente para leer sus novelas juveniles—. Mallorquí ha ganado un sinfín de premios: el Premio Edebé de Literatura Infantil y Juvenil en cuatro ocasiones, el alemán White Ravens en otras cuatro, el Gran Angular, el Ignotus, el Templo de las Mil Puertas, el Nacional de Literatura Infantil y Juvenil en 2013 y el Cervantes Chico en 2015 por toda su obra juvenil…
En esta entrevista nos cuenta cómo aprendió a escribir novelas, cuál es su método de trabajo, de sus siguientes proyectos y de sus pasiones e influencias literarias. Aprended de un maestro.
Puedes visitar su blog, La Fraternidad de Babel, y seguirlo en Facebook.

¿Cómo influyó tener a José Mallorquí de padre para que fueras escritor?
De forma decisiva y por muchos motivos. En primer lugar, porque mis padres me inculcaron el amor a la lectura desde la cuna. En segundo lugar, porque la casa de mis padres estaba llena de libros de todo tipo. En tercer lugar, porque para mí era normal que alguien (un miembro de mi familia) se dedicara a algo tan exótico como la escritura. En cuarto lugar, porque mis padres siempre me animaron a escribir. En quinto lugar, porque en mi casa se respiraba amor a literatura (y al cine). En sexto lugar, porque, cuando yo tenía 14 años, mi padre me obligó a aprender a escribir a máquina al tacto… Podría seguir, pero dejémoslo ahí.
A finales de los 70 dejaste de escribir porque no eras capaz de desarrollar una novela. Después de trabajar de publicista durante más de una década, a principios de los 90 decidiste retomar tu pasión de escribir. ¿Cómo aprendiste a escribir novelas?
Releyendo y reflexionando. Por aquel entonces me preguntaba por qué algunos libros te atrapan y no puedes soltarlos; es decir, por qué algunos autores tienen garra y otros no. Escogí unos cuantos libros de esa clase, libros que me habían apasionado al leerlos, y me puse a diseccionarlos. Todas las mañanas me iba con mi Vespa a la Casa de Campo (un parque/bosque situado al oeste de Madrid), me sentaba bajo un árbol y examinaba aquellas novelas buscando en ellas los recursos que había empleado el autor.
Luego, practiqué lo que había aprendido escribiendo cuentos largos de entre 8.000 y 20.000 palabras, hasta que tres años después conseguí terminar mi primera novela.
¿Cómo llegaste a la literatura infantil y juvenil?
A mediados de los 90 vi en el periódico un anuncio del Premio Edebé de Literatura Infantil y Juvenil. Estaba muy bien dotado económicamente, así que decidí probar suerte. Presenté una novela juvenil y no gané, pero la editorial se interesó en publicarla. Al año siguiente volvía a presentarme al premio y esa vez gané. Luego conseguí varios premios más, mis libros se vendían bien… y así hasta ahora.

Muchísima gente dice que vivir de la escritura es imposible, y sin embargo, tú lo haces, ¿cómo lo has logrado?
No es imposible, aunque sí difícil. Ahora mismo se me ocurren seis o siete nombres de conocidos míos que viven de la escritura. Según he leído, antes de la crisis había unos 2.000 escritores que se ganaban la vida con la literatura; después de la crisis quedamos unos 500. ¿Cómo se consigue? No lo sé a ciencia cierta, pero creo que es importante que la mayor parte de tus novelas permanezcan en catálogo. Por ejemplo, la primera novela juvenil que escribí (hace ya casi 25 años), La fraternidad de Eihwaz, sigue reeditándose y cada año me proporciona derechos de autor, e igual ocurre con el resto de mis títulos juveniles. Eso proporciona un colchón económico y te da cierta estabilidad.
¿Por qué los chavales devoran tus libros?
Supongo que habría que preguntárselo a ellos… Antes he dicho que, cuando me propuse aprender a escribir novelas, me propuse también aprender a escribir con garra. Mi objetivo con cada novela es agarrar al lector por las solapas y no soltarlo hasta que llegue a la última página. Para ello utilizo mucho el misterio. No necesariamente grandes misterios, también valen misterios pequeñitos. Por otro lado, presto mucha atención a la estructura narrativa. Cuando tengo un argumento en la cabeza me pregunto: ¿en qué momento de esta historia debe comenzar el relato para que resulte más interesante? ¿Quién debe narrarlo? ¿Desde qué punto de vista?… Además, cada cinco o seis páginas que escribo me detengo para preguntarme: “¿Esto que acabo de escribir es suficientemente interesante?” Y si no lo es, lo rehago. Pero quiero dejar clara una cosa: empleo las mimas técnicas y estrategias cuando escribo para jóvenes que cuando escribo para adultos. Para mí no hay diferencia.
¿Por qué no escribes más ciencia ficción para adultos?
Porque es un lujo que no puedo permitirme. Soy escritor profesional, me gano la vida escribiendo, y la ciencia ficción es un género minoritario que, sencillamente, no da dinero. El tiempo que dedicaría a escribir una novela de ciencia ficción para adultos, que no me proporcionaría ni un céntimo, sería tiempo que le robaría a escribir una juvenil, que sí me daría beneficios. Ya sé que suena muy materialista y prosaico, pero hay que tener presente que vivo de lo que escribo. Es mi trabajo.
Pero amo la ciencia ficción y la fantasía, de modo que, de cuando en cuando, escribo relatos de esos géneros. Así, poco a poco, pude componer mi segunda y última antología de ciencia ficción y fantasía, Trece monos (Fantascy 2015). No obstante, quiero dejar claro algo: mis novelas juveniles pueden ser perfectamente leídas por adultos. Si nos ceñimos a la ciencia ficción y la fantasía, creo que cualquier lector, tenga la edad que tenga, puede disfrutar de novelas como La isla de Bowen (Edebé), la Trilogía del parásito (SM) o La caligrafía secreta (SM).

Compartimos pasión por cierto escritor estadounidense. ¿Qué tiene Ray Bradbury que enamora?
Toneladas de talento y sensibilidad. Leí Crónicas marcianas cuando tenía quince o dieciséis años y fue una epifanía. Ese libro no se parecía en nada a la ciencia ficción que había leído hasta entonces; no hablaba de tecnología ni de superciencia, sino de seres humanos, y su futuro era en realidad una metáfora del presente. A partir de ahí, leí compulsivamente todas sus obras: El hombre ilustrado, Las doradas manzanas del Sol, Remedio para melancólicos, El vino del estío, Fahrenheit 451… en fin, todo.
Bradbury me impresionó tanto que, cuando yo era un teenage, escribía cuentos copiándole descaradamente; no sus argumentos, sino su estilo. También me hizo amar la ciencia ficción humanista, y a otros autores como Clifford D. Simak, Zenna Henderson, Theodore Sturgeon o Cordwainer Smith.
¿Cuáles son tus escritores favoritos y tus mayores influencias?
En cuanto a mis escritores favoritos, el que está en cabeza es Jorge Luis Borges; cuando lo descubrí, su obra impactó en mi mente como un asteroide mata-dinosaurios contra la Tierra. Es tan grande, tan inmenso, que cada vez que lo releo, y lo hago con frecuencia, descubro cosas nuevas. Tras él hay una larga lista de autores, como (por supuesto) Bradbury, Kafka, Márquez, Stevenson, Jardiel, Bester, Siverberg, Twain, Wodehouse…
Respecto a mis influencias, al menos de las que soy consciente, situaría en primer lugar a mi padre, José Mallorquí; y luego Ray Bradbury, Fredric Brown, P. G. Wodehouse, Alfred Bester, Richmal Crompton, Julio Verne… Borges no es exactamente una influencia, sino una fuente de inspiración. Ah, sin que yo me diera cuenta, Robert Heinlein me influyó mucho a la hora de escribir novela juvenil.
¿Cuál es tu proceso de escritura y cuánto te lleva completar una novela?
Lo primero que necesito es una idea; quizá algo muy pequeño, pero que atrape mi atención. Luego desarrollo una trama en torno a esa idea. Sé que tengo un argumento cuando encuentro un principio y un final. A continuación, diseño los personajes principales y, por último, estructuro la historia. Todo eso lo hago mentalmente, ni siquiera tomo notas. Y no sé cuánto tiempo me lleva; a veces semanas, a veces meses. El siguiente paso es buscar documentación si es necesaria. Una vez hecho todo eso, me pongo a escribir. Acabar el primer borrador de una novela de, digamos, 250 páginas (sesenta y tantas mil palabras), me lleva entre cinco y seis meses. Luego queda la corrección, es decir, unas tres semanas más.

¿Cuáles son tus siguientes proyectos?
Acabo de terminar el primer borrador de El Círculo Escarlata, la continuación de mi mayor éxito editorial, Las Lágrimas de Shiva.
Aparte de eso, estoy preparando una serie de novelas de ciencia ficción para niños. Siempre había escrito para jóvenes, con una única incursión en la literatura infantil, El hombre de arena. Ahora voy a probar a dirigirme a los niños de en torno a 10 años, pero a mí manera, escribiendo algo que me divierta también a mí. La serie se centra en el tema de los universos paralelos. En concreto, estará ambientada en los años 30 del siglo pasado, en una tierra paralela donde existen todos los arquetipos y ambientes propios del género pulp. Vengadores enmascarados, superhombres y supermujeres, sociedades secretas, dirigibles surcando los cielos, ciudades perdidas, monos gigantes, villanos siniestros (a ser posible orientales), dinosaurios, reinos misteriosos, robots, monstruos… En fin, una especie de mundo de la aventura. A ver qué tal me sale.
¿Qué consejos le darías a alguien que quiere ser novelista y está empezando?
El primero de todos: paciencia. Aprender el oficio de escritor lleva mucho tiempo y esfuerzo. Escribir una novela requiere grandes dosis de tenacidad. Publicar por primera vez es un proceso lento y, con frecuencia, frustrante. Conseguir darte a conocer se logra poco a poco. Ganar lectores se tarda en conseguir. Reunir la suficiente obra en catálogo lleva muchos años. Así que: paciencia. Porque intentar correr es el peor error que puede cometerse.
Aparte de eso, hace ocho años escribí en mi blog, La Fraternidad de Babel, una entrada llamada “Diez consejos a un joven escritor”, en la que intento sintetizar las cuestiones básicas necesarias para desarrollar una carrera como novelista. Este es el enlace: http://fraternidadbabel.blogspot.com/2011/05/10-consejos-un-joven-escritor.html

Y Carlos del Río os recomienda los artículos “El oficio de escribir”:
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