Fórmula de las historias

La fórmula de las historias

No me gusta hablar de fórmulas de historias, porque inmediatamente la gente piensa en el dichoso viaje del héroe, o las 20 tramas maestras, o en puntos de giros que tienen que ir en momentos precisos, como si escribir novelas fueran matemáticas.

Pero sí que me he dado cuenta de que hay un patrón al que puedes volver si te pierdes cuando estés escribiendo, y siempre te va a permitir seguir adelante si estás bloqueado. Da igual si eres escritor de mapa o de brújula.

Lo he descubierto porque constantemente lo pongo en las correcciones a mis alumnos. Sé que hablo de ello a lo largo del curso, varias veces, pero escribir es tan complejo que muchos lo olvidan y no hay una lección en exclusiva sobre esta fórmula.

Normalmente mis alumnos cuando se pierden, vuelven al estilo, y no hacen más que retorcer frases y desenterrar palabras muertas, que es algo que tienen integrado desde que eran niños, aunque ni mucho menos eso te permita escribir historias; o lo que pasa en la trama deambula más que un borracho un sábado a las seis de la mañana: no hay manera de saber hacia dónde va eso, ni qué es lo importante.

¿Cuál es la solución en estos casos?

La fórmula de las historias.

Cómo escribir novelas

 

La fórmula de las historias

Esta es la fórmula de las historias:

 

Historia = Personaje + Conflicto + Resolución

 

Y nunca pierdas de vista el patrón causa-efecto: esto provoca esto, y eso lo siguiente, y eso lo siguiente… Como si fuera una construcción con piezas de dominó que van golpeándose unas a otras.

En las historias, en cierta manera, todo lo que sucede está interrelacionado, y todo está por algún motivo. 

Conflicto, conflicto, conflicto. En las historias, siempre vamos a tener personajes que quieran algo, o que huyan de algo. Y eso provoca un conflicto: los fuerza a hacer cosas.

Kurt Vonnegut decía que tenías que hacer que los personajes siempre quisieran algo, aunque fuera un vaso de agua, porque eso hacía que se pusieran en movimiento y pasaran cosas.

A veces he tenido que corregir cuentos donde los personajes durante páginas se quedaban reflexionando sobre lo divino y humano, y no movían un dedo. Imagino que tuvieran obesidad mórbida. Era un suplico leer eso, para qué mentir.

Mucha gente se pierde con la noción de conflicto. Piensan que es que los personajes se arrojen los trastos a la cabeza, o que tienen que huir de una estampida de elefantes, o evitar que un asteroide parta en dos la Tierra. Que sí, que son conflictos, pero también pueden ser mucho más sutiles.

Los conflictos narrativos

Me gusta decir que un conflicto es un asunto por resolver. Un personaje quiere alcanzar algo, y hasta unas cuantas páginas más adelante, no sabemos si lo logrará. Y no hacemos más que ponerle obstáculos para que no lo logre. O huye de algo, y eso nos hace leer como locos para saber qué pasa.

Al principio de la historia presentamos a un personaje y algo por resolver, y durante muchas páginas no resolvemos ese conflicto. Hay tienes tensión, hay tienes una historia.

Una de las primeras lecciones que enseño es que los escritores somos malos: cogemos a un personaje, agitamos su mundo (le arrojamos un conflicto) y no vuelve a estar tranquilo hasta el final. Eso es, básicamente, la fórmula con otras palabras.

No necesariamente ese personaje va a ser el protagonista, ya que puede aparecer más tarde. Y los conflictos se pueden ir encadenando: este se resuelve y lleva a otro, y ese a otro (causa-efecto, ¿recuerdas?), hasta que aparece el conflicto principal, que es el que permanece más tiempo abierto y se resuelve en el clímax.

Cuando veas que la historia se te va de las manos o que no sabes cómo continuar, simplemente plantéate quién es tu protagonista y qué es lo más importante que quiere lograr. Eso te dará el conflicto principal de la historia.

Los conflictos también los puedes utilizar dentro de las escenas. ¿Qué quiere lograr el personaje en esta escena? Cuando lo logra (lo ha resuelto), es cuando pasas a la siguiente escena, con un conflicto que ha evolucionado del anterior (causa-efecto).

Y así, amigo, vamos tejiendo las historias.

Pero, ay, yo no quiero hacer sufrir a los personajes. Bueno, pues no seas escritor. Pero, ay, es que quiero escribir feel good. Bueno, la gran Jojo Moyes escribe feel good, y sus historias están llenas de conflictos. Pero, ay, es que no me sale eso de los conflictos. Bueno, a mí tampoco me salía pero con la práctica y mucho esfuerzo, aprendí.

No puedes prescindir de los conflictos, por mucho que te cueste crearlos, mantenerlos abiertos y resolverlos.


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2 comentarios
  1. Stefany
    Stefany Dice:

    Me dio risa el artículo porque me identifiqué con el.
    Pero también sé que tienes razón en el final.
    Entonces, cómo creo conflictos interesantes?

    Responder
    • Carlos del Río
      Carlos del Río Dice:

      Para ese tipo de cuestiones tengo un curso completo de escritura creativa. Escribir ficción es muy complejo porque implican conjuntar varios elementos, y los conflictos son solo uno de ellos.

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