El príncipe Eosh, fantasía juvenil

Cómo escribir una novela de fantasía juvenil (sin tener ni idea del género)

El príncipe Eosh es mi primera novela publicada, una fantasía juvenil que acaba de publicar la editorial tradicional Red Apple. (Nota de diciembre de 2019: no recomiendo trabajar con esa editorial. A los 11 meses de la publicación, rescindí el contrato). Ya está disponible en Amazon y plataformas digitales, y en breve se podrá adquirir en cualquier librería de España.

En ella cuento la historia del joven heredero del poderoso reino de Kroesh, Eosh, quien se enamorará por primera vez y se dará cuenta de que el destino se puede modificar con nuestros actos. En el camino descubrirá un tenebroso misterio, que tendrá que resolver con ayuda de su amada Yisher, y luchará contrarreloj para evitar una injusta guerra.

Amor, aventuras, humor, misterio, intrigas palaciegas, un poco de fenómenos paranormales y escenas de acción; todo eso aparece en El príncipe Eosh.

Es fantasía juvenil, pero me gusta decir que es para todo aquel al que le gusten las novelas de aventuras, independientemente de su edad, ya que tiene temas escondidos en la trama para adultos, que hacen reflexionar. No hace falta captar el subtexto para disfrutarla, pero le da más peso a la novela.

Trabajé durante tres años y medio en ella, y al final logré mi objetivo: que una editorial tradicional me la comprara (aquí puedes ver cómo conseguí meterme en el mundo editorial sin conocer a nadie ni ser famoso).

Lo hice yo solito, porque no contraté a nadie para que me la corrigiera. Di una versión tan pulida que la editora no me pidió ningún cambio.

¿Qué es lo curioso del caso? Que logré escribir una novela de fantasía juvenil con calidad profesional sin tener ni idea del género. De hecho, cuando acabé me di cuenta de que los únicos autores que conocía eran J. K. Rowling y Laura Gallego.

¿Cómo lo hice? En este artículo te lo cuento en 10 pasos.

CÓMO ESCRIBIR UNA NOVELA DE FANTASÍA JUVENIL EN 10 PASOS

1— Fórmate

Nadie nace aprendido, y escribir novelas es algo muy complejo. Cuando digo que lo hice yo solito no significa que una musa besucona, porque yo soy el elegido, decidió dotarme de un talento especial para escribir novelas.

En el artículo de arriba cuento cómo me formé como escritor. Si quieres ser novelista, el primer paso es formarte en narrativa literaria. Tienes que saber qué elementos componen las historias y cómo conjugarlos para crear narraciones interesantes y emocionantes. Dominar el estilo viene después.

How to Think Sideways, de Holly Lisle, gran curso para ser escritor

2—Piensa en personajes y conflictos

Esto se aplica a cualquier género. Básicamente, para que la gente lea, tienes que crear personajes que resulten interesantes y complicarles la vida. En mi caso, seguí el curso de Holly Lisle How to Think Sideways, y fui dando forma a la historia pensando en los personajes principales, qué querían lograr y qué provocaba conflicto entre ellos.

Eso es mucho más importante que ir creando detalles y más detalles físicos. Esos vendrán luego.

Puedes hacer fichas, diciendo qué deseos tienen cada uno, lo cual les va a hacer intentar lograr cosas, y qué miedos, lo que les hará huir o evitarlos.

Durante la escritura cambió muchísimo, pero eso me dio un mapa para empezar. La idea original era que un príncipe heredero adolescente se enfrentaba a su padre por amor a una plebeya de un pueblo que iban a invadir. Algo de eso queda.

3—Abre la mano a la creatividad y deja que te guíe la historia

Da igual que seas escritor de mapa, esos que sacan una escaleta muy detallada antes de escribir nada, o de brújula —los que se ponen a escribir sin conocer la historia—; durante el proceso de escritura tienes que dejar abierta la posibilidad a nuevas ideas.

Yo conocía a los personajes principales, sus motivaciones, cómo empezaba y algunas escenas intermedias. Me puse a escribir, metiéndome en cada escena, sin pensar qué iba a pasar dentro de 10 páginas o 30. Y a medida que me introducía en la historia, mejor conocía a los personajes y su mundo. Las únicas condiciones eran que el conflicto principal no se podía resolver hasta el final de la historia y que lo mejor y más emocionante venía al final.

De este modo, se me ocurrieron un montón de ideas que de forma consciente jamás hubieran pensado. La más importante es el misterio de la parte central.

Abre las manos a la creatividad para escribir fantasía juvenil

4—Descubre los temas que te apasionan

Los temas son el subtexto de la historia, y están entrelazados con el comportamiento de los personajes y tu actitud hacia ese comportamiento. Muy resumidamente, si estás de acuerdo con lo que sucede en la historia, les van a salir las cosas bien a los personajes (o les salen mal, y en cuyo caso estás haciendo una crítica a cierto tema).

Yo fue desarrollando la historia pensando en los conflictos, y a través de varias reescrituras fui descubriendo que El príncipe Eosh era una historia sobre libertad, manipulación e intransigencia; temas que me interesan mucho.

Con eso en mente, reestructure la historia, y reescribí muchas escenas, para que fuera consecuente con mis valores, sin caer en la moralina, el sermón o el discurso político.

5—Crea un mundo coherente (worldbuilding)

La fantasía, y la ciencia ficción, se desarrolla en mundos distintos al nuestro. En mi mundo, inspirado en la Edad Media, no hay magia, ni dragones ni gigantes. Pero aparece un par de religiones, y aparte de crearme algún dios y algún héroe mitológico, en una de ellas tuve que tener claro qué hacía el sumo sacerdote y el clero, cómo se consultaba el oráculo y cómo se interpretaba. Más qué normas guiaban los fenómenos paranormales que hay.

Para mantener la coherencia, también me hizo falta el siguiente punto.

6—Documéntate

Mucha gente asume que en fantasía no hay que documentarse. Bueno, también hay mucha gente que asume que a los escritores nos sale el dinero por las orejas, o que las alcachofas están ricas.

Para mi novela me leí tres libros: uno para crear nombres de personajes y lugares de fantasía (Create a Language Clinic, de Holly Lisle), porque solo se me ocurrían cosas como “Pepe”, “María” o “Castilla”; otro sobre estrategia militar (Small Wars, del coronel C. E. Callwell), fundamental para la última parte —no podría reconocer una estrategia militar ni aunque mi vida dependiera de ello—, y otro sobre París en el siglo XIV (Life in the Middle Ages, de Richard Winston), para ver cómo era una ciudad medieval, y la psicología del pueblo llano.

Y recurrí mucho a Google para cuestiones que iban surgiendo a medida que avanzaba en la historia: ¿cómo eran las ventanas en la Edad Media? ¿Y los suelos? ¿Qué comían? ¿Qué vestían? ¿Qué armas tenían? ¿Qué tipo de caballos?

Ojo, que es fantasía, y por lo tanto no hacía falta que me ciñera del todo a la realidad histórica.

Armaduras medievales para escribir fantasía juvenil

7—Utiliza el sentido común para escribir juvenil

Aunque no tenía ni idea de literatura juvenil, supuse que nada de sexo explícito o de violencia muy gráfica. El resto, me sale solo, y creo que es lo que haré incluso si algún día escribo para “solo” adultos: una trama dinámica, un lenguaje sencillo, no trato al lector como si no pudiera pensar por sí mismo, nada de digresiones filosóficas.

Y, por supuesto, no intento hablar el argot de los adolescentes actuales.

A grandes rasgos, los protagonistas de juvenil tienen edades comprendidas entre el final de la infancia y el principio de la edad adulta, se suelen meter en complicaciones que les ponen a prueba y les fuerzan a crecer, a hacerse un poco más adultos, y las novelas suelen hablar de amistad, amor, despertar sexual, de encontrarse a sí mismos, de descubrir su lugar en el mundo.

Lo de protagonistas adolescentes también surgió sin planificarlo. Ahora me parece una etapa interesantísima de la vida.

8—Lee mucho en el género que estás escribiendo

Alguien más cabal que yo se hubiera puesto a leer como loco fantasía juvenil; a mí me dio por leer misterios y thrillers. El motivo es que mi primera novela, que también era juvenil (fantasía urbana, en ese caso), era una mezcla de thriller y misterio que no supe resolver bien del todo, y en El príncipe Eosh toda la parte central era un misterio: ¿qué dijo exactamente el oráculo de cuando nació Eosh que provocó la muerte de su madre, la reina Levir?

Aprendí un montón con Agatha Christie, Ira Levin y Dean Koontz; Koontz se ha vuelto uno de mis escritores favoritos.

Es cierto que en 2009, cuanto tuve la idea original para la novela, al reconocer que la historia iba a ser de fantasía o ciencia ficción, no lo tenía claro (no me lo podía creer, porque yo despreciaba esos géneros), comencé a leerlos.

Mis prejuicios (y mi ceguera) me hacían pensar que la fantasía solo era Tolkien y la fantasía épica. Descubrí que era muchísimo más que ese autor y ese subgénero, y encontré a escritores que me gustan mucho: Terry Pratchett, Guy Gavriel Kay (es casi más histórico que fantástico, este me influyó mucho), Joe Abercrombie (¡qué entretenido!), Kay Kenyon, Holly Lisle, Brandon Sanderson, China Miéville, Peter F. Hamilton (esa mezcla de fantasía y ciencia ficción que es El vacío de los sueños —The Dreaming Void—).

La gran novela de ciencia ficción La mano izquierda de la oscuridad —The Left Hand of Darkness—, de Ursula K. Le Guin. Las novelas de ciencia ficción de Nancy Kress.

Dan Simmons; adoro el suelo que pisa.

Y por supuesto, Ray Bradbury con su ciencia ficción y sus inimitables fantasías oscuras (¿juveniles?).

Entonces me di cuenta de que la fantasía y la ciencia ficción me permitían configurar un mundo para hablar de los temas que realmente me atraían sin estar aleccionando al personal, aparte de ofrecerme la mayor posibilidad de creatividad por todo lo que tienes que inventar.

De despreciarlos pasé a amarlos. Lección aprendida sobre prejuicios.

Me sucedió lo mismo cuando comencé a leer juvenil. Me encantan Michael Morpurgo, Harry Potter y la piedra filosofal (Harry Potter and the Philosopher’s Stone), de J. K. Rowling, la saga de Septimus Heap, de Angie Sage, Un monstruo viene a verme (A Monster Calls), de Patrick Ness, La historia interminable (Die unendliche Geschichte), de Michael Ende, y El día del dragón y La noche del espectro, de Gabriella Campbell y José Antonio Cotrina.

Novelas de Dean Koontz, grandes thrillers
Mis Dean Koontz

9—Reconoce qué necesitas aprender y aprende de novelas de escritores profesionales

En mi novela hay una historia de amor entre Eosh y Yisher, una chica libre y resoluta. No tenía ni idea de cómo se escribía una historia de amor. ¿Solución? Me compré una novela de Danielle Steele (El fantasma —The Ghost—) y me fijé en las escenas románticas y en la que hablaba de sentimientos.

La parte final son batallas medievales. Solo se me ocurría dar mandobles y pinchar con espadas. Para aprender, traduje de forma manual las batallas de la novela 1356, de Bernard Cornwell, y The Scarlet Gospels, de Clive Barker. Aprendí una barbaridad. Si no puedes traducir, analiza palabra a palabra secciones que traten de lo que quieres aprender.

10—Reescribe, reescribe, maldito

Saqué la primera versión en tres meses y medio, en verano de 2013, escribiendo todos los días, excepto los fines de semana. El resultado fue un sindiós lleno de ideas con mucho potencial, y algo parecido a una columna vertebral.

Durante casi dos años no pude terminar la novela (me metí en el montaje de un largometraje, escribí y publiqué Atrévete a ser escritor y creé el curso de escritura creativa de Santander), pero le daba vueltas y más vueltas en mi cabeza.

No había quien arreglara eso.

No lo quería pensar, pero me temía que tenía entre manos otra novela que no podría vender.

En verano de 2015 me puse con la reescritura (también escribí todos los días, salvo fines de semana). Sentía que mis mejores ideas me venían cuando estaba escribiendo, cuando entraba en flujo y me introducía en la historia. No pensaba de forma racional, sino emocional. Cada vez que acababa una versión, en la que notaba que me estaba acercando a la solución, empezaba inmediatamente otra, hasta que todo encajó y me di por satisfecho. Creo que fueron cinco reescrituras.

Los mayores retos fueron construir la trama (Eosh quería saber qué decía el oráculo de cuándo nació, y yo también; y no fue nada fácil construir el misterio, o encajar todas las acciones del final), escribir las escenas de acción (no sabía cómo meter al lector en el fragor de batallas medievales… es que no por saber, no sabía ni cómo eran esas batallas), dar con el tono apropiado (la novela pasa de lo humorístico a lo angustioso varias veces, con algún momento romántico o escenas trepidantes) y jugar con el estilo para, de forma sutil, influir en las emociones del lector.

En septiembre de 2016 se la mandé a mis lectores de prueba, a los que di un mes para leérsela. Con sus comentarios, hice algún ajuste de la historia, sobre todo en cuestiones de emoción, aunque los cambios fueron mínimos. Y en octubre de 2016 acabé oficialmente la novela.

Palmaditas en la espalda.

No tengas prisa. No es cuestión de tener una novela rápido; es cuestión de acabar con la mejor versión que eres capaz de escribir en esa etapa de tu carrera literaria. Reescribir es inevitable, y es parte de tu oficio de escritor.

Ahora el juez eres tú, lector. Léete El príncipe Eosh y mira si hice un buen trabajo.

El príncipe Eosh, fantasía juvenil del escritor Carlos del Río

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